Varias decenas de vecinos afectados por el desprendimiento del cerro de Pui-Pinos en Alcañiz, ocurrido en abril del 2017, visitaron la zona el viernes para supervisar las obras de consolidación, invitados por una delegación municipal encabezada por el alcalde, Ignacio Urquizu, y acompañados por los responsables de la empresa encargada de los trabajos. Está previsto que los trabajos terminen en septiembre.

Sin embargo, según adelantó el regidor, esto no será suficiente para dar por concluida la intervención. Hasta el momento se ha concluido una parte de la estabilización del cerro y se trabaja una segunda fase que estará lista finales de septiembre. La tercera y más costosa fase, de unos cuatro millones de euros, incluirá estabilizaciones definitivas y la apertura del citado vial y la construcción de aparcamientos.

Los afectados, reubicados provisionalmente, se dividen entre los que perdieron su casa y sus pertenencias por completo y los que siguen esperando la consolidación de la zona para volver a sus hogares. Todos ellos recibieron la información disponible, explicada por el alcalde y por técnicos responsables de la obra.

Urquizu insistió en que les ofrecerá «toda la ayuda que puedan necesitar y que el ayuntamiento les pueda proporcionar», al tiempo que les detallaba la evolución de los trabajos de consolidación del cerro y de las actuaciones anexas, que incluyen un nuevo vial que permita peatonalizar el Casco Histórico y a la vez construir zonas de aparcamiento de gran capacidad.

Además, el primer edil les informó de la situación jurídica, con un proceso contencioso-administrativo interpuesto por los vecinos contra el consistorio en el mandato anterior, que deberá determinar si la responsabilidad fue municipal o de la empresa que se encargaba del mantenimiento de la zona.

La conclusión de una parte de los trabajos de consolidación de Pui-Pinos, que han costado unos dos millones de euros , han permitido reabrir la N-232a al tráfico de vehículos en la parte de su trazado correspondiente a las calles Muro de Santiago y Ronda de Teruel, conocida como la subida del Corcho. Una reapertura que, según el primer edil, «permite normalizar una vía de comunicación fundamental para la ciudadanía y nuestros visitantes».