El tranvía de Zaragoza ha sido muchas veces noticia por los aparatosos daños que ha provocado una colisión en el eje entre Valdespartera-Parque Goya en los cinco años que lleva en servicio, pero algunos de estos accidentes le han provocado otros a él que son irreversibles. Una de estas colisiones, ocurrida el pasado verano en la avenida Séptimo Arte de Valdespartera, ha dejado a uno de sus vehículos sin poder prestar servicio durante casi siete meses ya. Y seguirá más tiempo, ya que los técnicos siguen analizando las piezas que quedaron dañadas por el impacto.

Según las fuentes oficiales, el vehículo «tiene daños estructurales» que le impiden regresar a la vía de la que fue expulsado por la fuerza por un coche que le embistió cuando atravesaba la avenida. El tranvía entonces, la tarde del 26 de julio del año pasado, avanzaba con el semáforo en verde, pero el conductor del automóvil se saltó el suyo, en rojo, y con un nivel de alcohol en sangre que duplicaba el máximo permitido por la ley.

La reparación de esta unidad del Urbos 3 se prevé compleja, porque el impacto ha afectado a partes sensibles del vehículo situadas en su parte delantera. De hecho, los técnicos llevan semanas desmontando piezas y llevándolas a talleres para ser analizadas. No se ha desvelado qué piezas resultaron dañadas o qué funciones acabaron afectadas pero lo cierto es que no es un problema de carrocería, señalan desde Los Tranvías, que se han quedado durante todo este tiempo con solo 20 unidades para prestar el servicio en la línea de Zaragoza.

No obstante, desde empresa garantizaron que la explotación no se ha visto perjudicada por este percance «en ningún momento», ya que disponen del material rodante suficiente para cubrir el recorrido con solvencia. Según explicaron fuentes oficiales consultadas, «solo se necesitan un máximo de 18 convoyes para atender la demanda en hora punta. Aún hay dos más en la reserva».

Esto da cierto margen a la operadora, que deja en manos de los seguros la reparación del vehículo dañado. Aunque, sobre este asunto tampoco está claro que la compañía del conductor que colisionó con el tranvía se vaya a hacer cargo del elevado coste de la reparación, ya que su estado de embriaguez le puede eximir.