El próximo jueves comenzará la reforma del centro de Traumatología tras 34 años de desgastes y deterioro, que, sin embargo, le han sembrado un gran prestigio a nivel nacional. El Servet es el hospital más antiguo de España sin reformar, ya que la vida media de un dispositivo asistencial de este nivel es de 25 años. Pero al fin ha llegado su momento, aunque hubo una vez que Trauma fue el mayor exponente de la modernidad sanitaria.

Así lo recuerda un grupo de enfermeras y veteranas. "Llegué en 1973 de la Residencia General, que era muy antigua. Pasé de habitaciones de seis camas a las de aquí, con sólo tres. Y me pareció un mundo nuevo, moderno. Era una joyica, la envidia de otros centros". Pilar Gómez, supervisora de Enfermería de la planta tercera, que acoge la Unidad de Quemados y Cirugía Plástica, rememora aquella etapa consciente de que causa cierta perplejidad entre el grupo de periodistas en una visita guiada a las plantas desalojadas.

María Jesús Relanzón, que lleva desde 1978 en Trauma, recuerda que entonces era un hospital joven, y que todo parecía maravilloso. Unicamente le sorprendieron las tres camas por habitación. "Yo venía de un hospital de Valencia con habitaciones de dos...", apunta.

"Con los años se ha deteriorado, pero el cuidado y la asistencia sanitaria ha sido la misma, aunque la presión asistencial ha crecido de tal manera que al final se ha notado". María Jesús Relanzón, que durante 17 años ha sido supervisora de Enfermería y desde los últimos dos ejerce como subdirectora de Enfermería, reconoce que los próximos años serán duros, pero recuerda que sirve para mejorar.

Carmen Embid, enfermera de la misma planta, admite que con el paso del tiempo el edificio se fue desfasando. Llegó un momento en que si había dos pacientes en la misma habitación que necesitaban oxígeno, tenían que turnarse porque sólo había un toma. A pesar de todo, está satisfecha del nivel profesional con el que siempre se ha atendido a los pacientes. "El cariño que nos tienen es por algo. Algunos nos vienen a visitar o te ven por la calle y te saludan", señala.

Carmen destaca también la capacidad de reacción y de trabajo de los profesionales del centro. Y recuerda, por ejemplo, hasta la colaboración de los familiares de los enfermos. "Nos ayudaban incluso a sacar camas a la sala de estar cuando nos avisaban de casos como los del incendio de las tapicerías Bonaforte, de la deflagración de bombonas de butano en Utebo, en 1972, o el accidente del autobús que en San Lázaro".

La supervisora de área de la dirección de Enfermería para coordinar las obras, Araceli Velamazón, lleva también toda su vida en Trauma. Y como si fuera un hijo, confía en que los trabajos de reforma devuelvan a este viejo hospital la modernidad y el confort que un día alcanzó. La profesionalidad de la plantilla la da por hecha.