A Sagi le encanta jugar al fútbol con sus amigos en las calles de su ciudad, Aboud, a 45 kilómetros de Jerusalén. Pero si lo hace cerca de los límites de la localidad, tiene que ser cauteloso de no darle demasiado fuerte al balón porque si se le escapa no puede ir a buscarlo. Los soldados israelíes están ahí. Como perros guardianes. "Nos es imposible salir de nuestra ciudad. Los militares no nos dejan. Es como una cárcel".

Sagi, de 15 años, es uno de los cuatro chicos palestinos del grupo scout de la Parroquia de Aboud que van a participar en el campamento de verano organizado por los scouts de la Parroquia del barrio de Villamayor. Esta iniciativa responde a un proyecto de sensibilización para la convivencia y la paz impulsado desde Cáritas Diocesana de Zaragoza. La sede de la asociación fue ayer el marco elegido para el acto de bienvenida.

"Lo que pretendíamos con este proyecto era materializar una relación que viene de lejos y sensibilizar un poco a la sociedad", afirmó Alberto Ruiz, secretario general de Cáritas Zaragoza. Y es que, además del estrecho vínculo que une a la diócesis de la capital aragonesa y a la de Jerusalén, los dos grupos de scouts llevan manteniendo "una magnífica relación a través de Internet desde hace más de un año", tal y como aseguró José Antonio Lafragüeta, miembro de la Ejecutiva de Scouts de Aragón.

Pero fue gracias a los scouts de Villamayor que los fríos muros de Internet pudieron derribarse para que, al menos cuatro chavales, vinieran a conocer a sus amigos de Red. "Cuando llegamos a Zaragoza el domingo pudimos ponerles cara a todos nuestros compañeros españoles", apuntó Sagi. Los voluntarios de Villamayor se volcaron de lleno en el proyecto. Se encargaron de buscar familias de acogida y recaudar fondos en las empresas para sufragar el viaje desde Aboud hasta Villamiel de la Sierra (Burgos), hacia donde parten hoy y donde permanecerán hasta el día 31 para realizar unas colonias de verano. "Esto no hubiera sido posible si las familias del barrio no se hubieran ofrecido a acoger a los cuatro chicos. Pedimos cuatro casas y salieron más de diez", indicó Lafragüeta.

María es una de las vecinas de Villamayor que decidió acoger, durante unos días, a uno de los chicos palestinos. "Me pareció una iniciativa bonita, además, ahora los veo divertirse con mis hijos y sus amigos y me hace mucha ilusión", comentó. El idioma tampoco ha sido un inconveniente para ellos: "Mientras que no apaguen la luz --afirmó--, están los signos". Los chavales, por su parte, "se lo pasan en grande". "Lo que más me gusta de estar en Zaragoza es poder ir a donde quiera y cuando quiera y comer cosas distintas a las que nos da la ONU", aseguró Sagi.

De sus palabras, se desprende un concepto rico y sencillo de libertad. Aquí pueden chutar todo lo fuerte que quieran a los balones. Tan fuerte como para colgarlos más allá de cualquier muro edificable.