Que no se me olvide (con estos ajetreos que sufre el mundo global) hablarles del libro que presentamos el otro día: La Guerra Civil en Aragón (Editorial Delsan-Historia), un contundente volumen en el que diversos historiadores (buena parte ellos militares profesionales) escriben sobre la última contienda entre españoles intentado describir los hechos desde perspectivas no sectarias. Para quienes mantenemos el empeño de rasgar el velo de la amnesia para que esta Comunidad se reencuentre con su pasado, la que digo es una obra crucial. Bajo la coordinación de Fernando Martínez de Baños se ha elaborado un potente manual que describe desde lo general a lo concreto aquellos tres años que cambiaron por completo la realidad aragonesa, y a los que yo atribuyo sin ningún asomo de duda buena parte de los problemas, déficits y complejos colectivos que venimos arrastrando en el último medio siglo.

Ahora que los abuelos ya no ponen al día a sus nietos y que los medios institucionales (y los no institucionales) se cuidan mucho de no volver la vista atrás, los libros se convierten en los últimos guardianes de la memoria. En Cataluña, en Euskadi o en Andalucía existe un clara voluntad (oficial y oficiosa) de rescatar del olvido las décadas tremebundas que van de los Treinta a los Sesenta. En Aragón, no. Es curioso que el territorio español más impactado por la Guerra Civil y sus consecuencias posteriores todavía finja hoy que aquí no pasó nada.

Los libros nos rescatarán del Limbo. Y ya puestos, no se pierdan otras dos novedades. Una novela: La savia de la literesa , de Jorge Cortés Pellicer (Editorial Prames-Las Tres Sorores), que es narración apasionada, reportaje e historia de los maquis aragoneses. Y un documento que propone teoría y práctica de la historial oral: La época del estraperlo (Universidad de la Experiencia. ICE), donde bajo la coordinación de Herminio Lafoz, se sistematizan testimonios sobre la cruda postguerra. Magníficos.