Hace frío. Y seguramente en los próximos días hará mucho más. Por eso no es desdeñable que una pareja de jóvenes zaragozanos se haya embarcado en el reto de crear una marca de ropa con la que poderse abrigar sin dejar de molar. Eso es Trimont y esa es la idea que tenían en mente Noemí López y David Garín. Para ilustrar su firma han decidido usar la silueta de tres montañas representativas del parque nacional de Yosemite, en los EEUU. Un exotismo que se permiten casi como homenaje personal. El esfuerzo que han invertido en desarrollar su iniciativa es casi tan grande como la ilusión que le ponen a todas las facetas de la vida.

Los tres picos californianos no son las tres Sorores ni tienen mucho que ver con las torres de la basílica del Pilar que de fondo ilustran este reportaje. Pero una zona verde de la ciudad como pueda ser la orilla recuperada de la margen izquierda del Ebro, a pesar de la bajada de temperaturas, sirve para destacar uno de los aspectos más significativos de su proyecto. La conciencia ecológica que les lleva a optar por algodones para la confección de las prendas y por el acabado artesanal. Eso encarece un poco el producto, pero lo hace más duradero. Su filosofía les hace renegar de esas camisetas de cinco euros que a los cinco lavados ya no se pueden usar. Lo suyo busca durar. Y además tienen el mismo diseño para chico y para chica. Y el mismo para el campo y la ciudad, para acudir al trabajo, para subir a un pico, para quedar a tomar algo por las tardes o para practicar deportes al aire libre. Decrecimiento en estado puro.

Marca zaragozana

El confinamiento fue el detonante de este proyecto, que poco a poco se ha asentado desde que en octubre lanzaran su tienda virtual (www.trimontbrand.com). Los Reyes Magos, según explican, dejarán un montón de sudaderas de su marca en casas de toda España, sobre todo en Zaragoza, Soria o Burgos. Además, han logrado llegar un poco más lejos gracias a su precisa labor en las redes sociales: en Francia y Alemania también se verán por las calles sus triángulos, una composición que ya se empieza a ver etiquetada en las redes sociales.

Aficionados a los viajes, reconocen que ese aspecto del ocio es el que más encuentran a faltar en estas épocas de restricciones. De hecho, fue revisando las fotografías de aquel periplo por California cuando descubrieron que podían dar un giro a sus trayectorias. Desde entonces, aprovechando ese tiempo que todo el mundo ganó con el confinamiento fueron concretando los aspectos técnicos e invisibles, como la página web, las cuentas y los aspectos materiales.

Están contentos del momento en el que se encuentran, viendo como poco a poco van germinando las semillas que han plantado tras semanas sacando tiempo de donde no existe. «Todas las semanas tenemos algunos envíos», destacan con los pies en el suelo. Lo que queda por delante no va a ser nada fácil. La competencia es feroz, pero confían en el apoyo de su entorno, ligado al barrio del Arrabal, que les ayuda incluso sirviendo como modelos. Como jóvenes emprendedores por delante tienen un largo camino que recorrer.

«Nos gustaría que esto se consolidase y poder ir diseñando nuevas prendas», destacan. Por ahora se mantienen en sus sectores profesionales (el marketing y los recursos humanos) a la espera de consolidar un producto al que le ven muchas posibilidades. «Sobre todo los jóvenes se han dado cuenta de que hace falta otra forma de consumir», indican sobre el despegue de las firmas de ropa con conciencia ecológica. «Vamos despacio y sabemos que en la época de Navidad es difícil competir contra las grandes marcas, pero estamos tranquilos», indican.

Jóvenes emprendedores

El logotipo combina tres triángulos de tres colores. Se fabrica y se cose a mano en un taller zaragozano de forma que ofrece un punto de autenticidad en cada una de las prendas. También personalizan los envíos, con tarjetas y unas bolsas de algodón que les permiten renunciar a los plásticos. «Queremos fomentar la economía local y el producto de cercanía, con baja huella de carbono, sobre todo teniendo en cuenta la situación económica actual», insisten.

Son conscientes de que el sector en el que se adentra, en términos globales, debe de ser uno de los más contaminantes, por los productos químicos que se usan y el despilfarro que generan. Una realidad que buscan combatir de la mano a otras iniciativas similares aprovechando el despertar ecológico de buena parte de la juventud. «Queremos huir del consumo desmedido, en este tiempo todos nos hemos dado cuenta de que se puede vivir con mucho menos», destacan ante un río Ebro que gracias a las bajas temperaturas baja más limpio que nunca. Y como si supieran que se trata del número de la suerte del proyecto, tres patos se acercan nadando a la orilla.