Una mujer, Ana Isabel Herrero Izquierdo, de 45 años, falleció ayer en Zaragoza como consecuencia de las heridas recibidas cuando fue atacada por tres pistoleros que previamente habían atentado contra su marido, el empresario de origen leridano Francisco Collel Farré, de 47. La Policía dirigió sus sospechas iniciales al GRAPO, pero no se descartan otras hipótesis de investigación, como una posible venganza laboral.

Los hechos ocurrieron a las 21.10 horas, cuando Collel, consejero delegado de la empresa de servicios y de trabajo temporal Arquetipo, iba a recoger su coche en un garaje privado de la calle Cervantes, número 11.

El empresario ya estaba dentro del vehículo cuando empezaron a dispararle los pistoleros. El coche, de la marca Mercedes, presentaba cuatro impactos de bala en el parabrisas y uno en el cristal lateral del conductor, que recibió cuatro tiros.

En el momento de la agresión entraba por la rampa del garaje otro vehículo, cuya conductora escuchó los disparos, pero no llegó a ver a los agresores que huían hacía la calle.

Al escuchar los tiros, la mujer de Collel, que esperaba en la calle, descendió por la rampa y se topó con los pistoleros, comenzando a gritar. Los asesinos le dispararon dos tiros. Dos de ellos huyeron a la carrera por la calle Cervantes en dirección al río Huerva y el tercero, por la calle Royo.

TESTIGOS Los testigos que vieron correr a los pistoleros explicaron que uno de ellos, con pelo canoso, aparentaba entre 40 y 45 años, vestía una gabardina negra y llevaba un maletín. Los otros dos, con cazadoras claras, tenían alrededor de 30 años, pelo moreno y medían entre 1,75 y 1,80.

El propio Collel llamó a su hermano José Ramón desde su teléfono móvil para decirle: "me han pegado cuatro tiros". Éste alertó al 112. Al mismo tiempo, varios vecinos y testigos de los hechos avisaban a ambulancias y a la Policía.

A los pocos minutos, numerosos efectivos del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Local llegaban a al lugar, que era acordonado con un espacio de seguridad, al tiempo que lo hacían también dos uvimóviles.

Un testigo explicó a la Policía que había oído gritar a uno de los pistoleros que era del GRAPO, por lo que inmediatamente se desplegó un amplio dispositivo de búsqueda de los sospechosos, que incluyó la vigilancia de las estaciones de autobuses y de la intermodal de Delicias, al tiempo que la Brigada de Información se hacía cargo de las investigaciones.

Mientras, Collel era trasladado en una uvimóvil de Bomberos al hospital Miguel Servet, donde fue intervenido quirúrgicamente, al tiempo que otro equipo sanitario intentaba reanimar a Anabel Herrero, que falleció poco después de las 21.30 horas en el mismo lugar donde había sido abatida por los disparos.

Conforme transcurría el tiempo, perdía fuerza la hipótesis de un atentado del GRAPO y la Policía, sin abandonar esta linea de investigación y la vigilancia sobre las estaciones de autobuses y del tren, así como en las salidas de las principales carreteras, también trabajaba la posibilidad de que el móvil del atentado se debiera a un ajuste de cuentas laboral.

Personas allegadas al herido señalaron a este periódico que Colell es "un empresario agresivo como otros muchos ejecutivos, que tiene amigos y enemigos. Sin embargo, todo son conjeturas y todavía no se tiene certeza de nada".

El titular del Juzgado de Instrucción número siete de Zaragoza, en funciones de guardia, ordenó el levantamiento del cadáver de la fallecida en torno a la medianoche, y miembros de la Hermandad de la Sangre de Cristo trasladaron sus restos al Instituto de Medicina Legal con el fin de practicarle la autopsia.

Las fuentes policiales consultadas no quisieron pronunciarse ayer sobre el calibre del arma utilizada por los asesinos, aunque recogieron varios casquillos en el lugar de los hechos, así como otras muestras que pueden servir en la investigación. Los agentes están a la espera de que los responsables sanitarios les autoricen a entrevistarse con el herido.

Vecinos de la calle Cervantes no daban crédito a lo sucedido cuando se difundió la identidad de la fallecida y de su marido, quienes minutos antes de que se produjera el tiroteo habían estado consumiendo unos refrescos en una de las cafeterías del sector.

Arquetipo se encuentra en la misma calle Cervantes, donde el empresario, que no reside allí, dispone de la plaza de garaje donde sufrió el atentado.