Lo malo de que Zaragoza esté arruinada no es sólo que cualquier día de estos no podrá afrontar ni sus gastos más simples, sino que además se ve obligada a cambalaches urbanísticos perversos, cuyo resultado está siendo desintegrar la ciudad compacta encareciendo a medio plazo todos sus servicios, lo cual no hará sino agravar los actuales problemas.

Lo que parece más razonable es coger el toro por los cuernos y abordar una solución múltiple pero adecuadamente matizada. ¿Hay que subir tasas e impuestos? Supongo que no quedará más remedio; pero hágase paulatinamente y aplíquese de forma progresiva de tal forma que se incremente más, por poner un caso, el impuesto de circulación de los coches grandes y potentes que el de los utilitarios. ¿Por qué no aplicar un sistema de tramos a la tasa del agua para penar los consumos altos? ¿Por qué no ir a un servicio de recogida de basuras a la suiza , que además de permitir mejor el reciclaje discrimina también en el coste del servicio (más lo usas más lo pagas)?

El gasto corriente hay que bajarlo, pero ya. Y no sólo un uno por ciento. La administración municipal puede y debe ser más eficiente y más ligera . ¿Habrá que ir reduciendo personal? Por supuesto que sí, digan lo que digan los sindicatos. Es absurdo e injusto que las instituciones públicas ignoren los criterios más elementales de productividad y economía de recursos humanos.

Queda la bicha: el suelo municipal. Puede salir al mercado, por qué no. Sin embargo al Ayuntamiento sólo le cabría disponer de sus solares (que son de todos) para VPO o vivienda a precio tasado o para servicios. Siempre en operaciones transparentes que se dirijan a controlar la especulación, no a promoverla.

Bonito pero irreal, dirán ustedes. Y les doy la razón. No ha de ser cosa fácil enderezar la contabilidad municipal. Pero o se hace con talento y criterios progresistas, o vamos aviados todos.