Caspe es una localidad con una poderosa agroindustria y con importantes centros de venta de ropa que atraen a muchos compradores. Pero el turismo derivado de la pesca constituye otra gran fuente de ingresos.

No menos de 20 empresas se dedican en la localidad a organizar viajes de pescadores del resto de europa, un negocio que proporciona muchos ingresos a hoteles, bares y restaurantes.

"Prácticamente todo el turismo que recibimos se debe a la pesca", señala José Vicente, que regenta el restaurante de las instalaciones municipales del puerto de pescadores de Caspe.

"Aquí vienen pescadores americanos, alemanes, holandeses y de muchos otros países en busca de luciopercas, percas fluviatilis, carpas, siluros y otras especies muy valoradas", afirma.

En enero y febrero, y también en los meses de más calor, el turismo pesquero sufre un retroceso. Pero el resto del año hay un continuo ir y venir de embarcaciones y aficionados pertrechados con equipos de pescadores.

José Vicente, como todos los habitantes de las localidades ribereñas del pantano, es partidario de que el mar de Aragón se convierta en coto.

"Eso supondrá que lo que ahora es una infracción administrativa se podrá transformar en falta o delito penal y es de suponer que así habrá más orden y respeto de las normas", considera el hostelero.