La reciente edición de Fitur ha evidenciado que el turismo es ya el sector con más futuro de nuestro país, y probablemente también de la Comunidad Autónoma de Aragón. El reciente anuncio, por parte de Mariano Rajoy, situándonos como segunda potencia mundial, por detrás tan sólo de Francia, y superando a Estados Unidos y a Italia, abre importantes y sostenidas perspectivas de crecimiento. El Gobierno aragonés, a través de varias de sus consejerías (Mayte Pérez en Cultura, José Luis Soro en Vertebración), Turismo de Aragón (Jorge Marqueta), con el apoyo de entidades e instituciones municipales y provinciales, Diputaciones, Ayuntamientos, está incidiendo en mensajes de apoyo a nuestro rico turismo de interior por medio de sucesivas campañas de divulgación, al mismo tiempo que procura mejorar las comunicaciones y el estado de conservación del patrimonio.

Realidad, atractivo, concepto en el que sobresale nuestra Comunidad por su fascinante pasado y riqueza monumental, muy superior a la mayoría de las regiones europeas o al patrimonio de muchos países. Solamente con lo que puede admirarse en el entorno de la plaza del Pilar, basílica, catedral, foro, muelle fluvial, Lonja o Museo Diocesano, entre otras visitas posibles, da para asombrar a millones de visitantes.

Pero toda esa potencia, las cien y una rutas monumentales que en Aragón pueden planificarse, del Camino de Santiago al del Cid, de las iglesias del Sobrarbe al mudéjar de Teruel deben ir necesariamente aparejadas de buenos servicios y cómodas comunicaciones. La clave del éxito en el sector servicios, en la hostelería, restauración, exhibición patrimonial, política museística o cualquier otra variante de esta amplísima actividad reside necesariamente en la calidad de las prestaciones recibidas por el turista.

Una iglesia cerrada, un mal restaurante, un trayecto incómodo, una carretera peligrosa, la mala atención, la mala señalización son los enemigos naturales del turismo. Para evitar errores, decepciones, pérdidas, convendría extremar el cuidado, el mimo en la atención al cliente. Mantener abiertos y facilitar los accesos a los grandes centros de atracción cultural, facilitar las visitas guiadas, documentar al visitante y seducirlo con las armas de la gastronomía, la eficiencia y la amabilidad serán los mejores argumentos para divulgar nuestra historia y paisaje.