Víctor Martín es un taxista zaragozano con varios problemas con el Banco Santander. «Cancelé la hipoteca con ellos porque no respetaban las condiciones pactadas». Su odisea comenzó en el mes de septiembre, cuando tenía su casa en venta y solicitó el documento de saldo 0, «que dice que tú les has pagado todo lo que debes», explica. «Les decía que necesitaba el documento porque si vendo mi piso, quiero dejarlo libre de cargas», añade. Sin embargo, «la entidad buscaba tramitarlo ellos mismos y cobrar todo lo que es gestoría y abogados». Y el taxista quería hacerlo por su cuenta de manera gratuita.

«Estuve así dos meses y al final decidí acudir a la UCA. Tras 15 días de la reclamación, me avisaron por correo electrónico de que ya tenía el documento en la oficina». Otro de los problemas fue el cobro de la comisión del 1 % de cancelación hipotecaria. «Eso no estaba pactado porque el importe por cancelación anticipada era 0 en los documentos que tenía e incluso en la escritura, pero me lo cobraron porque en su ordenador lo indicaba».

El tercer problema fue el cobro de 24 euros al trimestre por el mantenimiento de su cuenta. «Se trataba de una cuenta obligada por el cobro de la hipoteca, este tipo de cuentas no pueden tener comisiones porque el banco obliga a tenerla», explica. «Tras reclamar, respaldado por UCA, me devolvieron el importe, pero al trimestre siguiente me lo volvieron a cobrar y me obligaban a ir cada trimestre. Al cabo del tiempo dejaron de cobrarme la comisión».

Martín es socio de UCA porque considera que «asesoran muy bien». La asociación le dirigió en los procesos y cree que «ante la banca, hay una indefensión total».

Meda Vargas es una camarera que estuvo a la espera del implante de 10 dientes durante cuatro años, desde 2011 a 2015.

Tras pagar a Dentix todo su tratamiento al contado, le hicieron un presupuesto y le aseguraron que un año tendría su «boca lista». Sin embargo, la afectada explica que cada vez que iba a la consulta, le cogía un médico distinto.

Meda necesitaba el implante de seis dientes de su mandíbula inferior y cuatro de la de arriba. «Me mentían como a una niña pequeña, me daba largas, me citaban para otros días y las escucas que utilizaban era que el laboratorio estaba tardando».

El día que decidió reclamar a la clínica dental en el 2015, desde la Asociación de Consumidores y Usuarios (INFORMACU Aragón), le indicaron que debía pedir la hoja de reclamaciones. Así lo hizo y según su versión, se negaron a dársela, por lo que llamó la Policía y al final se la entregaron. «Hice la reclamación y a la siguiente cita me acompañó Joaquín Soguero, el presidente de la asociación, y se solventó la situación».

Vargas añade que la prótesis definitiva de la mandíbula inferior no se corresponde con lo que pagó, pero se quedó con ella porque estaba cansada de todo el proceso. «Aun no dispongo de la garantía de la prótesis y en el contrato aparece reflejada». Además, cuenta que tiene que ir una vez al año a la revisión y «cada vez que voy me miran como si fuera el diablo». Sin embargo, apunta que este mes le tocaba y ya no ha acudido ni lo hará.

La afectada ha buscado la opinión de otro especialista dental, el que le aseguró que tendrá problemas bucales. Y se resigna a utilizar los implantes que tiene, «aunque no están bien puestos, ya que no están bien metidos en el hueso». Meda Vargas asegura que su situación le ha afectado psicológicamente.