Fátima Berges cuenta emocionada que la primera paella de este restaurante-bar que ahora sirve cerca de 300 los fines de semana iba a ser la comida de la familia. "Mi abuela la preparó para sus dos hijos y mi abuelo, pero entró un barcelonés preguntando si servían algo de comer".

Corría el año 1959 y los abuelos de Fátima, Ezequiel y Adoración, recién estrenaban negocio en la avenida Navarra. Desde aquella primavera casi todo se ha mantenido intacto. Pero 45 años después, el local que albergó la casa y el negocio de la familia empezará a ser derribado hoy. El Berges estrenará escenario a partir del próximo mes de marzo y, para celebrarlo, ayer tuvo lugar una despedida con los clientes de toda la vida, más de un centenar de personas.

Será en el actual Berges 2 donde se ubique Casa Berges, este restaurante que actualmente lo regentan la segunda y tercera generación de los Berges, Antonio y sus hijos, Fátima y Oscar. "Queremos que sea como una casa de pueblo a donde vengan a comer", explica Fátima.

Atrás quedarán aquéllas épocas en las que celebraban banquetes de bodas. Como en el verano de 1976, cuando en agosto prepararon 112. "Nos gusta ser un bar de día a día, para tener contacto con los clientes", apunta Fátima. Algo que así ha sido desde los orígenes, según aseguran los cuasiclientes de este restaurante, porque Fátima los considera como de la familia.

Como por ejemplo a Tomás Casado, de 70 años, quien vio nacer el bar desde su taller de estampaciones metálicas, en el portal de al lado, y a quien desde entonces lo ven casi a diario atravesar sus puertas. "Ezequiel y yo partíamos de cero... vivimos muchas penas, pero también muchas alegrías", comentaba emocionado este hombre que ayer fue homenajeado con un trozo del bar, por ser junto a Paco el pintor , los dos clientes más antiguos.

Los hermanos Ramos, propietarios de otro taller que se ubicaba junto al restaurante también afirman que han pasado media vida en el bar. "Pocas cosas han cambiado, aunque todos queremos innovar y dar un mejor servicio a los clientes". José Arroyo, es otro de los fieles que a diario va a echar la partida con sus compañeros Antonio Gracia, José Delgado y Jesús Berna, entre otros. "Conocí el bar porque era el único que estaba abierto a las seis de la mañana y todos los días almorzaba antes de coger el camión".

Gran parte de los clientes destacaba ayer el trato tan familiar que siempre han recibido, lo mismo que lo aseguraban las 15 personas que integran la plantilla. "Los Berges me han invitado a bodas, comuniones... A la hora de trabajar, además, son los primeros en ponerse a servir", añadía Fernando García, un camarero extra que lleva 20 años como empleado.

Toreros, árbitros, políticos... muchos son los que han pasado por el Berges, que a punto estuvo de convertirse en un hotel. "Era un sueño de mi abuelo pero no nos llegaba el presupuesto y esto seguirá siendo ante todo una empresa familiar".