Más de las Matas, Azaila, Paniza, Sariñena, o Gelsa de Ebro. Pocos pueblos aragoneses se salvan de aparecer en la lista en la que se detallan los nombres de los aragoneses que murieron en los campos de concentración nazis de Mauthausen o Gusen. Un total de 649 vecinos se encuentran entre los 4.427 españoles que, según publica el Boletín Oficial del Estado (BOE), forman parte del registro de fallecidos elaborado con el objetivo de facilitar a los familiares el registro oficial del deceso a modo de homenaje simbólico.

En el documento aparece el nombre y los dos apellidos de cada uno de ellos, la fecha y localidad de nacimiento, la provincia, la fecha de la muerte y el campo de concentración al que fueron enviados. Además de Mauthausen o Gusen (dependiente del anterior, a solo cuatro kilómetros de distancia y con funciones de exterminio, razón por la que aquí murieron la mayoría de los aragoneses), se consignan fallecidos en Flossenburg (es el caso de Valero Gavín, de Caspe, o de León Luengo, de Zaragoza), Dachau o Buchenwald, entre otros iconos del horror durante el régimen de Hitler.

Otros se enfrentaron a la dura realidad del castillo de Hartheim, también parte del complejo austriaco, y lugar de experimentación médica donde probaron por primera vez gases letales utilizados después en la guerra química. Narciso Borroy, de Quinto de Ebro, Cesáreo Ferrer, de Puendeluna y Miguel Bueno, de Moros, desaparecieron en este recinto siniestro.

MUY JÓVENES

Por provincias, sería Huesca de la que procedían el mayor número de los asesinados aragoneses en estos campos (con 259 nombres es la quinta provincia con más prisioneros) seguida de Zaragoza, con 207, y de Teruel, con 183. Todos ellos eran tremendamente jóvenes, pues pocos pasaban de los 30 años.

Hubo aragoneses deportados originarios de todas las comarcas. La mayor parte procedían del exilio republicano y una minoría eran emigrantes económicos afincados en Francia que sufrieron como el resto de compatriotas. El total de deportados aragoneses asciende a algo más de un millar, de los que estos 649 no resistieron su internamiento y fallecieron antes de la liberación de los campos en 1945.

Según el Gobierno español, esta lista pretende así «agradecer y reparar» a los más de 10.000 españoles que acabaron confinados en campos nazis tras superar la dura prueba de la guerra civil. Ahora se abre un plazo para que los familiares puedan presentar alegaciones y correcciones en el plazo de un mes.

PASO PEQUEÑO

La lista de fallecidos en Mauthausen, y lo que significa, ha sido recibida con satisfacción por las instituciones memorialistas de la comunidad, pero asumen que es un paso muy pequeño que además llega muy tarde. «Este tipo de medidas debería ser obligatorias para el Estado, pero siempre se actúa de forma fragmentaria y bastante incompleta», reseña el presidente de la Asociación para la Recuperación de Memoria Histórica de Aragón (Armha), Enrique Gómez.

En este sentido, recuerda que no se han tenido en cuenta los nombres de los supervivientes al horror nazi. Y muchos de ellos han ido muriendo en un goteo de olvido e indiferencia. «Es una lástima que no se tomen en serio estas políticas, pues a veces parece que se usan como fuego de artificio para compensar derrotas como la que Pedro Sánchez está obteniendo en la exhumación del Valle de los Caídos», critican.

Aragón fue una de las comunidades autónomas más castigada en los campos nazis. El fin de la guerra civil llevó a buena parte de los combatientes que abandonaron España por los pasos pirenaicos al ejército francés. Al ser tomados prisioneros tras la entrada de las tropas alemanas fueran rehenes de su condición de apátridas. «No hay españoles fuera de España», contestaron las autoridades franquistas cuando se les preguntó sobre su destino. El historiador de la Universidad de Zaragoza, Diego Gaspar, se ha ocupado de este periodo con detalle.

En este contexto se produjeron episodios históricos como la red de fugas organizada por Francisco Ponzán (previamente había estado interno en el campo de Vernet d’Ariège) y que permitió que casi 3.000 militares aliados abandonaran el territorio nazi durante la II Guerra Mundial.

Un camino distinto de reparación al iniciado por el Ejecutivo estatal supone la ley de memoria democrática de Aragón que se aprobó en las Cortes el pasado 8 de noviembre.

SIN FONDOS AUTONÓMICOS

Este programa comprende, entre otras actuaciones, la creación de un servicio específico de memoria democrática, un censo de asociaciones, una web donde los ciudadanos podrán consultar este censo, el mapa de fosas de Aragón, o un banco de ADN para facilitar la identificación de los restos de las víctimas de la guerra civil y la dictadura procedentes de las exhumaciones.

Un programa de objetivos que se ha visto superado por la situación política actual, pues desde que se puso en marcha los presupuestos se han aprobado a trancas y barrancas dejando sin verdadera dotación todas estas proyectos. «A estas alturas no sabemos cuándo van a salir las convocatorias, por lo que nos quedaremos sin tiempo para presentar proyectos como nos pasa siempre», lamentó Gómez.

De cara a esta nueva legislatura está previsto que la consejería de Cultura asuma el reto de poner en marcha la ley. Seguramente dependerá de la dirección general de Patrimonio, por lo que no tendrá una rama específica para su desarrollo. Hasta el momento habrá un periodo de gracia por parte de las entidades que se vuelcan en la materia.

Agrupaciones como Amical de Mauthausen ya han estado trabajando previamente en este tipo de listas de víctimas con el objetivo de recuperar la memoria de los combatientes antifascistas. Según Gómez, esta institución ha detectado ya algunos «errores y omisiones» en el listado del BOE. «Estamos ante una gota de agua en el océano», concluyen.