El hasta ahora arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, quien presentó su renuncia por motivos de salud la semana pasada, ha escrito una carta de despedida de los fieles en la que dice que se va para obedecer a Dios y "no exasperar ni forzar a la naturaleza".

Publicada en la Hoja Diocesana, Ureña recuerda que llegó a Zaragoza el 19 de junio de 2005 y que durante estos casi diez años ha sentido gratamente la compañía de los feligreses. Recuerda que en la capital aragonesa ha vivido "varias dolencias serias" (un baipás en octubre de 2008, a la que siguieron otras) que "fueron felizmente superadas por el amor y la ciencia de los grandes médicos aragoneses".

Tras agradecer a las personas de la archidiócesis que le han "colmado" de amor y generosidad, el arzobispo destaca que ha llegado el momento "en que corresponde obedecer a Dios y no exasperar ni forzar la naturaleza".

"Demos gracias" al Santo Padre Francisco, añade, "por haber descargado a este hijo y hermano suyo de los graves trabajos del ministerio pastoral" al frente de una diócesis. Concluye diciendo que seguirá trabajando en favor del Evangelio, "en silencio", y pidiendo perdón a Dios por sus pecados.