Los usuarios de la autovía de Logroño (A-68), definida por el RACC Automóvil Club como la carretera con más accidentes de España, exigen la inmediata mejora de la vía y en particular la instalación de señales y otros elementos que aumenten la seguridad.

El tramo de 1,2 kilómetros que precede a la entrada en Zaragoza registra anualmente más de 11 accidentes graves, según el RACC, lo que lo convierte en el más peligroso del país. La mayor parte de los siniestros se producen en las intersecciones reguladas por semáforos que dan acceso a los polígonos industriales.

"Hay accidentes continuamente, sobre todo en los cruces", denunció ayer Arancha, una joven que trabaja de gasolinera en la estación de servicio Zoilo Ríos, justo al comienzo del conflictivo tramo. "Los mayores problemas se producen en el desvío del aeropuerto, en la intersección del polígono El Portazgo y en la rotonda de Monzalbarba", añadió.

SATURACION "La peligrosidad de esta carretera la pagamos en nuestras propias carnes", declaró Angel Martínez, un empleado del concesionario Iveco. "Nuestra empresa tiene unos cincuenta trabajadores y muchos han tenido accidentes al entrar en el concesionario, porque los coches que vienen por la vía de servicio no ceden el paso a los que salen de la autovía".

"Es urgente mejorar la señalización y, sobre todo, colocar bandas sonoras en los puntos más peligrosos", señaló Perfecto Ramos, otro trabajador de la misma empresa.

Los primeros kilómetros de la autovía de Logroño registran una alta densidad de tráfico, a razón de 54.000 vehículos diarios, de los que muchos son camiones. Está saturada de áreas de servicio, polígonos industriales, zonas comerciales, urbanizaciones y poblaciones en crecimiento que, como Utebo, generan un intenso flujo de automóviles las veinticuatro horas del día.

"Los problemas se agravan los domingos, cuando circulan por la autovía muchos conductores que no la utilizan habitualmente y que no se la saben muy bien", señaló Rafael, que regenta una tienda de iluminación en el polígono Europa A.

"Utebo está creciendo mucho y la autovía se está convirtiendo casi en una calle", añadió. Sin embargo, la velocidad media es alta, "de 100 o 110 por hora", según el encargado del bar restaurante Hermanos Barba, que está junto a una de las numerosas gasolineras del conflictivo tramo.

"Casi todos los accidentes se producen en los semáforos, cuando el sol da de frente o el vehículo que va delante frena de repente y los de atrás no lo pueden esquivar", afirmó el hostelero.

En los últimos años se han introducido reformas en la autovía. Por un lado, se han instalado semáforos más grandes y mejor señalizados y, por otro, se ha ensanchado la calzada, de tal manera que ahora cuenta con tres carriles en cada dirección.

"La autovía de Logroño es una carretera especial, como no hay otra en Aragón", indicó Javier García, un comercial que la recorre con frecuencia. "Has de ir muy atento, con todos los sentidos puestos en lo que haces, porque, si no, es fácil que sufras un accidente".