Un proyecto de micromecenazgo ciudadano de la Universidad de Zaragoza y la plataforma pública Precipita busca desarrollar modelos que reproduzcan mejor el ambiente real del riñón mediante la aplicación de microtecnologías, para mejorar la prevención de la enfermedad renal y conseguir fármacos más seguros.

Actualmente los modelos "in vitro" del riñón humano no reproducen el microambiente físico y químico del tejido renal, de ahí que el grupo de investigación que lidera el doctor Ignacio Giménez en la Universidad de Zaragoza desarrolle un proyecto que, integrando biología celular con tecnologías de microfabricación, ayude a reproducir mejor el ambiente real del riñón y así optimizar la recogida de datos.

De este modo, ha informado la Universidad de Zaragoza, se contribuirá a un desarrollo más eficiente de nuevos y más seguros fármacos y se reducirá el empleo de animales de experimentación.

Se trata del octavo proyecto de "crowdfunding" del campus público aragonés con el que pretende avanzar en el conocimiento de los procesos implicados en la enfermedad renal y hacerle frente, ya que un 10 por ciento de la población española (alrededor de 4 millones de personas) está diagnosticada de enfermedad renal crónica (ERC) en diferentes estadios.

En España, 6.000 personas entran cada año en terapia renal sustitutiva (diálisis o trasplante), que supone cerca del 3 % del gasto en el Sistema Nacional de Salud.

Según la Universidad de Zaragoza, las causas por las que una persona comienza a perder la función de sus riñones son muy variadas, una de ellas la toxicidad causada por fármacos (nefrotoxicidad), que puede ser responsable de hasta un 25 % de los nuevos episodios de daño renal agudo.

Sin embargo, la falta de modelos de medicina personalizada impide la evaluación individualizada de la sensibilidad de un paciente concreto frente al fármaco potencialmente nefrotóxico que necesita para tratar su enfermedad, de ahí la necesidad de nuevos modelos de estudio que reproduzcan la función normal del riñón humano, tal y como se produce in vivo.

"Nuestro modelo combina el uso de células humanas con un ambiente que imita de manera mucho más fiel las condiciones físicas y químicas a las que están expuestas las células renales en un riñón humano", señala Ignacio Giménez, quien precisa que para ello utilizan dispositivos que incorporan estrategias de microfabricación tanto en su fabricación como en la incorporación de sistemas de detección y registro.

Durante el próximo año (12 meses) se optimizará el desarrollo de dicho modelo incorporando nuevas herramientas para producir información sobre el estado de las células renales que se cultivan en el dispositivo.

El importe mínimo que se precisa para alcanzar este objetivo es de 3.500 euros, que se destinará a la adquisición de un sistema para la documentación de imágenes de las células en tiempo real mientras los cultivos permanecen dentro de la incubadora.

No obstante, el importe que se considera óptimo es de 15.000 euros, ya que esa cantidad permitiría la adquisición de un equipo de documentación que incluya un sistema de detección por fluorescencia.