En el principio, que se pierde en la noche de la automoción, fueron las matrículas con distintivo provincial: HU por Huesca, Z por Zaragoza y TE por Teruel. El sistema de identificación de los automóviles cuajó rápidamente porque era sencillo y práctico. Todo el mundo sabía que la M representaba a Madrid, aunque muchos titubearan ante la C de Coruña, que podían atribuir a Cádiz, a Córdoba y hasta a Cuenca.

Pero en el año 2000, el Partido Popular (PP) decidió, con el pretexto de adaptar España a una nueva normativa europea, suprimir las letras de las provincias y sustituirlas por un código alfanumérico presidido por la E de Europa.

Los partidos en la oposición pusieron el grito en el cielo, en particular los nacionalistas catalanes, que veían en la uniformización de matrículas un atentado contra el hecho autonómico. Para ellos, el PP había cedido a las presiones de la industria del automóvil, en particular a la del sector de vehículos de segunda mano, con dificultades por el rechazo a las matrículas de determinadas provincias.

Sin embargo, las inexpresivas matrículas de los populares podrían incorporar pronto un distinto autonómico, como propugnan partidos como Chunta Aragonesista o el PAR, tal y como lo anunció recientemente el ministro del Interior, José Antonio Alonso.

"No nos cabe en la cabeza que se vincule europeización con la negación de la propia territorialidad", apunta Chesús Bernal, de Chunta Aragonesista, quien propone que se incorporen las iniciales de la región (ARA) o el escudo de la comunidad, "que se colocarían en el centro de la placa"

Chunta, que ya presentó en el 2002 una proposición no de ley en este sentido, sostiene que el distintivo presenta ventajas. "Por un lado --dice Bernal-- ayuda a identificar el origen del vehículo y, por otro, aporta una información a la que el consumidor tiene derecho, pues todos sabemos que el estado de conservación de un coche de la costa no es el mismo que el de un coche del interior".

Además, Chunta ha observado que la nueva normativa no ha entrañado la desaparición de los números de los departamentos franceses ni de las iniciales de las ciudades de Alemania. Italia sigue conservando el código provincial.

El PSOE aragonés no entra en la polémica. "El Gobierno de Aragón no tomará una postura hasta que no reciba un documento en el que se aborde el cambio de matrículas", indica un portavoz de la Consejería de Obras Públicas.

Tarjeta de visita

"La placa de matrícula es como una tarjeta de visita que dice: Soy aragonés", afirma Javier Allué, portavoz del Partido Aragonés (PAR) en las Cortes de Aragón. "Pienso que lo más adecuado sería que las matrículas incorporaran un distintivo autonómico", señala el político nacionalista. Su formación, además, va aún más lejos. "Con el tiempo --aventura tímidamente--, si cuaja el sistema de división comarcal, no estaría de más que los vehículos pudieran incluir una pegatina que revelara la comarca en la que reside su propietario".

El PP no preguntó a los españoles qué les parecía la supresión de las entrañables matrículas provinciales. Sin embargo, El Volante Aragonés, que agrupa a 6.000 conductores, sí ha hecho una encuesta entre sus socios. "El resultado ha sido que hay una mayoría del 70% que quiere volver al sistema antiguo o, por lo menos, incluir una referencia autonómica", subraya Manuel Tafalla, responsable de la entidad.

"La matrícula es un asunto complejo que tiene una clara vertiente política", opina Tafalla. "Por un lado, muchos conductores no tienen ningún inconveniente en identificarse, como es mi caso, pero otros, por el contrario, quieren pasar inadvertidos".

Tanto si se aprueba o se rechaza finalmente el distintivo autonómico, lo cierto es que el sistema provincial, desde la A de Alicante a la Z de Zaragoza, ha pasado a mejor vida. Aunque, a modo de consuelo, los vehículos que llevan las iniciales de su lugar de origen circularán todavía muchos años.