La semana empezó con la presentación del libro de Cristina Monge y Pepe Verón La iniciativa social de mediación en los conflictos del agua en Aragón (Prensas Universitarias), que describe y analiza los procesos de diálogo que permitieron resolver los enfrentamientos habidos en la gestión del Matarraña, en Santaliestra y los regadíos del canal de Aragón y Cataluña y en relación con el embalse de Biscarrués y el recrecimeinto de Yesa. En los dos primeros casos hubo pacto (en los otros, no), y la exitosa experiencia es de lo más interesante que ha ocurrido en la Tierra Noble durante los últimos lustros. Al hilo del libro citado, protagonistas de aquella intensa negociación, incluyendo a los mediadores (personas conocidas que se prestaron a ello por pura buena voluntad), volvieron a la palestra para ratificar que el pacto, el contrato final, ha funcionado de maravilla, ha despejado el futuro de incertidumbres y ha reconstruido una cohesión social que se había roto.

En estos tiempos donde el juego del gallina se ha puesto de moda y el valor del diálogo está bajo mínimos (no digamos el de la mediación), sería muy interesante que los grandes jefes de la cosa política se leyesen despacio el libro de Monge&Verón. Mejor aún, que escucharan a vecinos y regantes del Matarraña o del Ésera explicar cómo al principio, cuando empezaron a negociar con la parte contraria, temían volver a los suyos y que estos les acusasen de traición por haber cedido demasiado. Y sin embargo, el resultado final fue perfecto, pacificador y duradero.

Luego, la semana terminó con Teruel a punto de ver reducida su presencia en las Cortes de Aragón, justo cuando preparaba junto a Soria y otras provincias y comarcas de la España despoblada una gran manfiestación en Madrid que se celebra hoy.

Al final, Teruel no perderá ningún escaño en la cámara autónoma. Pero afronta problemas muy difíciles. Porque se juntan dos factores críticos. De una parte, el secular abandono que sufren los territorios donde la población se avejenta sin relevo ni alternativa ante la indiferencia de los altos dirigentes políticos, que ahora, en campaña, fingirán algún interés, pero luego tendrán cosas más urgentes e importantes de que preocuparse.

El otro factor inquietante y perjudicial es el peso del victimismo, de la demagogia y la inconsecuencia. Les cuento un caso, menor pero significativo. En en la atribulada sanidad pública turolense, dos facultativos de la misma especialidad se fueron, buscando mejor destino. Ha sido muy difícil cubrir su ausencia, pero se ha hecho todo lo posible desplazando médicos desde Zaragoza y finalmente destinando allí a un residente en periodo de rotación. Mientras, la jefa de la correspondiente sección lleva dos meses de baja por depresión... que cogió justo cuando surgió el problema. Eso sí, escribe en los periódicos exigiendo soluciones imposibles. Curioso, ¿verdad?