Los actos vandálicos que se ceban en la quema de contenedores descendieron un 43% durante el pasado año, aunque a pesar de ello los gastos de sustitución de estos recipientes costaron un total de 92.400 euros a las arcas municipales. Las detenciones de pirómanos reincidentes y el aumento de la colaboración ciudadana han contribuido a la disminución de estos hechos que jalonan, sobre todo, las noches del fin de semana en la capital aragonesa.

Cada vez menos, según los datos facilitados por Servicios Públicos del Ayuntamiento de Zaragoza, y si se tiene en cuenta la cifra de recipientes calcinados durante el pasado año frente a los del 2012. Sin embargo, habrá que esperar para ver si la tendencia se consolida durante este año. La percepción --a falta de datos oficiales todavía-- es que estos hechos se han incrementado durante el mes de enero, con varios episodios de quema de contenedores en las últimas semanas.

El balance del consistorio zaragozano revela que durante el pasado año los vándalos se cebaron con 132 contenedores de residuos, una cifra muy inferior a los 230 que resultaron calcinados en el 2012 y que arroja una disminución del 43%. El desglose del tipo de recipientes desvela que los favoritos para los gamberros son los de papel y cartón, quizás por su elevada inflamabilidad.

De este modo, se quemaron durante el pasado año 28 unidades de contenedores de basura orgánica; 48 de papel; 31 de envases ligeros y 25 de vidrio. Un total de 132 recipientes cuya reposición costó a las arcas municipales alrededor de 92.400 euros frente a los 161.000 euros del año anterior.

Desde el Ayuntamiento de Zaragoza recordaron que estas actuaciones constituyen un delito y achacaron la reducción de las cifras a las actuaciones realizadas por Policía Nacional y Local. Así, fuentes del Cuerpo Nacional de Policía confirmaron que el incremento de la preocupación social hacia estos delitos provocó un aumento de las actuaciones encaminadas a erradicar estos comportamientos.

OPERATIVO De este modo, se ha dispuesto un operativo específico en colaboración con la Policía Local por el que se extrema la vigilancia en los puntos con abundancia de contenedores y que pueden resultar más apetecibles para los vándalos. También se ha intensificado la atención sobre personas o grupos que deambulan durante las noches de fin de semana --son los días en los que la comisión de estos delitos se incrementa-- con comportamientos sospechosos.

Pero, sobre todo, indicaron desde la Policía Nacional, se ha contado con la colaboración ciudadana, que ha contribuido a realizar detenciones de estos pirómanos selectivos. La alarma social generada por estos comportamientos, ya que estos incendios han afectado a vehículos, tiendas e incluso viviendas, ha contribuido a que los vecinos levanten el teléfono de forma inmediata cuando ven acciones sospechosas o pillan in fraganti a los gamberros.

Fue el caso, por ejemplo, de la detención de dos menores que se llevaron a cabo en marzo del 2013 tras quemar cuatro contenedores en el barrio Oliver de Zaragoza. Las llamadas de los vecinos permitieron capturar a los gamberros incluso con el mechero utilizado para calcinar los recipientes. Dos semanas más tarde los agentes también arrestaron a un hombre de 43 años que había prendido fuego a dos contenedores en el Arrabal. Y a otro de 32 que quemó cuatro contenedores en la calle Nuestra Señora de Valvanera. En ese caso las llamas afectaron incluso a todo el bloque de viviendas situado junto a los contenedores, cuyos vecinos incluso tuvieron que ser desalojados. El vándalo en esa ocasión quedó libre tras aceptar, tras el juicio, un año de cárcel y comprometerse a hacer efectivos los 24.000 en los que se valoraron los daños.

El temor ciudadano ante estos incidentes ha provocado incluso que en algunos puntos especialmente conflictivos los vecinos hayan solicitado el traslado de los contenedores, ante el miedo de que un posible fuego afecte a vehículos y viviendas, como es el caso de los residentes de la calle Julián Sanz Ibáñez, del barrio de Delicias, cuyos contenedores ardieron hasta tres veces el pasado verano.