Las exhumaciones de los cadáveres mal identificados tras el accidente aéreo del Yak-42, en el que murieron 62 militares españoles, han generado las primeras denuncias públicas de varios familiares a los que se ha impedido ver los cuerpos.Para algunos afectados es "vital" constatar qué hay en el interior de las bolsas en las que se introdujeron los restos mortales de los 21 cuerpos que fueron enterrados con una identidad errónea --otros nueve se incineraron--. Y esa necesidad nació a raíz de que un oficial del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) filtrara a las familias que algunos féretros se rellenaron con piedras y tierra.Además, tiene un gran valor emocional para muchos, porque desean comprobar si los objetos con los que se reconoció a sus deudos se quedaron en los féretros por orden judicial, como argumentó el anterior equipo del Ministerio de Defensa.En al menos dos de las ocho exhumaciones ya practicadas, familiares de los fallecidos han visto truncado su deseo. La comisión judicial diseñada por la Audiencia Nacional impidió ver los restos a los allegados. Simplemente, les dejaron estar presentes cuando se extrajeron los ataúdes y observar cómo las bolsas de su interior se cambiaban a otro féretro. Pero dichas bolsas, según explicó a este periódico Carlos Perla, que perdió a su hermano Felipe en el siniestro y que ayer contempló la exhumación en Barcelona, son de color negro, por lo que no se puede saber lo que guardan en su interior."Cuando ves la bolsas, no puedes asegurar que sólo haya restos humanos. Quizás todo se esté haciendo bien, pero ya no me fío de nadie", indicó Perla, quien acudió a la Ciudad Condal porque a su hermano lo enterró otra familia.CONVERSACION

Perla pidió explicaciones al forense que supervisó la exhumación: "Me ha dicho que, como puede que haya restos de varias personas en un mismo féretro, hay que identificarlos completamente para recomponer el puzzle y comenzar de cero. Pero según su teoría, podrían aparecer también restos de militares bien identificados entre los que no lo estaban y la verdad es que ahora mismo, con los documentos que ya tenemos, no existe ningún tipo de base legal para afirmar que hay restos mezclados. Incluso él así me lo admitió al final", argumentó.Esta situación ya se produjo en el complejo funerario de Torrero de Zaragoza el pasado martes. Belén González, cuyo hermano Mario murió en el siniestro, había viajado desde Madrid para la exhumación del cadáver, al que se había atribuido otra identidad. El contenido de las bolsas también le había provocado una gran "desconfianza". "Quería mirar el interior, pero no me han dejado. Esto es peor que una película de Quentin Tarantino", afirmó.Por eso, Perla y algunos familiares que aún no han exhumado a sus parientes barajan la posibilidad de enviar un escrito a la juez para que les autorice ver los cuerpos a partir del 2 de diciembre, cuando se practiquen los nuevos test de ADN. Ahora bien, los allegados ya tuvieron que enviar una petición para presenciar las exhumaciones, por lo que entienden que ésta podría ser suficiente.El proceso continúa hoy en Valencia y Murcia, donde se desenterrarán cuatro féretros, tres de ellos pertenecientes en verdad a soldados de origen aragonés. En concreto, los cuerpos son los de Santiago Gracia Royo, que esparció las cenizas del cadáver que cremó en Panticosa; Alberto Mustienes, cuya familia reside en Zaragoza; y Carlos Oriz, que incineró por error los restos de Francisco Javier Alarcón.