Los amigos y familiares de Francisco Canela Grima están convocados hoy a mediodía en la plaza de la Iglesia de Ricla para darle su apoyo ante la repetición de su juicio por asesinato, que comienza el viernes en la Audiencia Provincial de Zaragoza. Un crimen, la muerte del joven Robert Racolti, por el que ya fue condenado por homicidio imprudente, a cuatro años de prisión. Pero el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) anuló la sentencia por falta de motivación, y ahora volverá a sentarse en el banquillo con la amenaza de hasta 25 años de cárcel, que son los que solicita la familia de la víctima.

Ante la cercanía de la nueva vista, el entorno de Canela ha convocado una concentración. Ya lo hizo, en su día, con otra iniciativa de lazos amarillos, con los que se mostraban en contra de la pena de destierro indefinido de Ricla que pedía la acusación particular. En esta ocasión, el lema que los guía es la injusticia que aprecian en que se anulara la sentencia, cuando el fallo, entienden, no fue de los nueve miembros del jurado popular que alcanzaron el veredicto sino de quien no les explicó cómo justificarlo bien, o no les corrigió.

El jurado, tras la primera vista, consideró que Canela mató a Racolti durante un forcejeo en su bodega. Según los hechos que quedaron probados (ya no lo están), el joven había acudido a casa del acusado junto a su novia, que era vecina de Canela.

Este, según explicó, había comenzado a recibir anónimos vejatorios, que atribuía a la joven y a su novio, y por eso les llamó para pedirles explicaciones, tras haber estado todo el día bebiendo. Tenía preparada una vieja pistola de su padre, según dijo, por miedo.

La Guardia Civil consideraba en sus análisis que el disparo que acabó con la vida de Racolti se produjo a un mínimo de 50 centímetros, de arriba abajo y de frente, lo que correspondería más a una ejecución que a una pelea. Pero los peritos de la defensa, por contra, sostenían que la lesión era perfectamente compatible con un disparo fortuito en un forcejeo. Y esta fue la tesis que convenció al jurado.

Sin embargo, al enumerar los indicios que les habían llevado a adoptar su decisión, incluyeron tanto a los peritos como a los agentes y forenses. El TSJA lo consideró contradictorio, por lo cual vio el veredicto mal motivado y lo anuló.

Canela volverá pues al banquillo, defendido por sus abogadas, Laura Vela y Soraya Laborda, en un juicio que su entorno considera ya «contaminado».