La pesadilla ha regresado a las calles Bolonia, La Paz y Héroes del Silencio. Los vecinos denuncian su hartazgo por las molestias que desde hace tiempo vienen generando los bares que hay bajo sus viviendas y, después de buscar en marzo el amparo del Justicia de Aragón, han comenzado a recoger firmas para que el ayuntamiento haga algo. Ruidos, suciedad, incidentes... Los residentes no pueden dormir y la basura desespera cada mañana a los comerciantes. De jueves a domingo viven atrapados en una condena que no tiene visos de acabar nunca. "Es una asquerosidad. La gente sale fuera a fumar y allí hace de todo. Gritos, vómitos, meadas y hasta cagadas. El otro día alguien entró a uno de los portales, subió hasta la cuarta planta y allí en el rellano dejaron el regalito", denuncia una vecina de la zona.

La dueña de uno de los locales de La Paz sufre cada mañana el incivismo de los que se desahogan por la noche. "Me encuentro de todo. Aprovechan las esquinas para orinar y tiran los litros a las fachadas de los locales", se queja amargamente. Son bares contados, pero su poder de convocatoria es notable y el perfil joven de su parroquia multiplican los efectos. La Chupitería, en la calle La Paz, arranca la juerga los miércoles con fiestas a las que acuden estudiantes Erasmus. En Bolonia, el Candy Warhol y El Páramo acumulan un buen número de clientes, algunos de los cuales suelen hacer botellón al abrigo de la plaza Albert Schweitzer. "La Policía viene cada tanto incluso con perros para detectar droga, pero están un rato y se marchan", describe un tendero de la plaza. Precisamente, la madrugada del pasado 26 de octubre la Policía Nacional detuvo a cuatro miembros del Ligallo Fondo Norte --grupo ultra del Real Zaragoza-- por pegar una paliza a un joven zaragozano de un grupo antifascista.

Avanzada la calle Bolonia camino de Sagasta, en la confluencia con la calle Héroes del Silencio, la sala Mile End concentra el mayor poder de convocatoria. La fiesta está dentro. Fuera quedan los restos. Vómitos, meadas, restos de comida, vasos y botellas... "Antes llegaba al quiosco a las 6.45 y aún me encontraba a gente borracha como una cuba. Y mejor no les digas nada. Son críos y algunos si te ven enfadada al menos se van, pero lo peor es la clientela de los after. Todos los días tiene que venir la Policía Nacional".

La dueña del quiosco repite la misma lista de desagradables obsequios que se encuentra al ir a subir la persiana. "Tengo un escaparate lleno de muñecos y juguetes para los niños de los colegios cercanos y es asqueroso. Cómo se van a parar delante si apesta a meados", lamenta.

PETICIÓN DE REUNIONES

"He llamado muchas veces al 010 y me tratan fenomenal, pero aquí solo pasan con la manguera el domingo a mediodía. La mejor hora, sin duda, mientras la gente viene a comprar la prensa", comenta con amargura. En marzo envió una queja al Justicia de Aragón, que solo sirvió para que el ayuntamiento recordara que es uno de los puntos controlados desde hace años por la Unidad de Apoyo Operativo (UAPO) y para que el Justicia reclamase mayor control. Punto. "Hemos intentado hablar con el alcalde y con el señor del PP que se presenta a las elecciones, pero nada. Tuvimos una reunión con UPD y la asociación Puerta del Carmen, pero no sirvió de nada. ¿Seguimos consintiendo esto? Luego se sorprenden de las encuestas", se desahoga Pilar.