El Juzgado de lo Penal número 3 de Zaragoza albergó ayer el juicio por la reyerta entre vendedores sin licencia en el rastro zaragozano que, en diciembre del 2015, dejó un herido por una puñalada en el pecho. La herida fue de apenas un centímetro, cerca del pezón, por lo que finalmente la causa se siguió por lesiones, no por tentativa de homicidio. Pero ayer el herido, el senegalés K. S., se desdijo en la sala de las identificaciones fotográficas que en su día realizó ante la Policía Nacional y en el juzgado de instrucción. «Con el que tengo problemas no está aquí», reiteró en diversas ocasiones, en español y en su lengua natal, traducida, con voz entrecortada.

Así lo afirmó incluso cuando uno de los acusados, Raimundo F. A., reconoció que sí empleó contra él un bastón estoque (un cayado con un filo oculto). Aunque lo hizo, precisó, para defenderse de la acometida del senegalés, que estaba «fuera de sí», dando golpes «a diestro y siniestro» con una caja. El bastón se lo encontró en el suelo, ya que al parecer se usa este arma prohibida para marcar los límites de cada zona de venta ilegal en el rastro.

CONFLICTO TERRITORIAL / Este acusado se enfrenta a una pena de 240 euros de multa por un delito leve, intentado, de lesiones, ya que desde el principio quedó claro que, pese a sus acometidas con el estoque, no fue él quien hirió al senegalés.

El hombre reconoció que se dedicaba a la venta sin licencia en el rastro, y que de hecho conocía ya al agredido de coincidir en la zona. «La Policía Local hace la vista con nosotros», relató», pero te cide que por lo menos recojas la mercancía cuando pasan. Se quedan las mantas en el suelo para marcar el sitio. Pero aquel día (el 27 de diciembre) vino este señor que quería ponerse allí, tuvimos palabras fuertes y vino otro chico de raza negra que me empujó. Nos enzarzamos y empezaron a venir, hubo un tumulto entre gitanos y negros. Yo cogió el bastón de hierro, pero no le di. Si no hubiera sangrado o le hubiera hecho algún hematoma», razonó.

El acusado afirmó que allí no estaba su mujer, la también acusada inicialmente Violeta J. G., ambos defendidos por la penalista Olga Oseira. Ella afirmó que estaba en el baño cuando ocurrió el tumulto, y como ni la víctima ni la Policía Local la vio allí, la fiscala acabó por retirar los cargos contra ella. Afrontaba más multa que su marido, 320 euros, por pegar a la víctima.

El tercer acusado, Felipe Ramón G. G., es quien afronta la pena más grave, cuatro años de cárcel, como presunto autor de la puñalada. Según considera la Fiscalía, cuando surgió la reyerta acudió a su furgoneta, sacó un cuchillo de cocina y apuñaló el senegalés, para luego fugarse.

El hombre, defendido por Carmen Sánchez, negó la mayor, ya que aseguró no tener furgoneta porque no tiene carnet. También rechazó que estuviera aquel día por allí, ya que «hace años» que no se dedica a la venta ambulante. Su abogada recordó que la víctima, en su día, identificó a quien le apuñaló como «el padre» del anterior, Raimundo, cuando su defendido no tiene ningún parentesco. Y como a la mujer, nadie le vio allí. Pero la fiscala se aferró a las identificaciones anteriores de la víctima y mantuvo la acusación por lesiones con instrumento peligroso.