Los viticultores también están afrontando este año con más incertidumbres que certezas. A la pérdida del canal de venta de los bares y restaurantes suman la incertidumbre ante la próxima vendimia. Aunque eso sí, como comenzará en el mes de octubre esperan que las medidas de seguridad para la mano de obra que se necesita estén ya completamente definidas.

El presidente de la asociación de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, José Víctor Nogués, precisa que hasta el momento la mayor afección del sector está en el cierre de los negocios de hostelería, algo que afecta de forma directa a algunas de las bodegas de menor tamaño. «Si la situación de confinamiento se alarga durante mucho más tiempo habrá bastantes negocios que tendrán grandes problemas», asegura. Por ese motivo destaca que ya se han solicitado medidas económicas para poder garantizar la financiación a través de líneas de crédito.

Por otro lado, manifiestan que la mejora en la mecanización de la vendimia en los últimos años ha transformado la actividad, de forma que se requiere menos mano de obra de la que era tradicional. Esto, con la previsible apertura de la movilidad, debería evitar problemas en la recogida.

Desde la denominación de origen de Calatayud, destacan que las pérdidas que se acumularán durante estos meses de podrán compensar por el aumento de ventas que registraron en el primer trimestre, casi un 20% más que en el último ejercicio. Esto les hace ser cautos a la hora de ofrecer valoraciones y confían en que el conjunto del año no sea tan desastroso como podría parecer. Por otro lado, destacan que en las propias bodegas y en los consejos reguladores se han adaptado al teletrabajo para evitar riesgos entre los trabajadores.