El Gobierno PP-Cs alumbró ayer el primer presupuesto de la era Azcón en Zaragoza. Es el «de la verdad, del orden, la transparencia y de la limpieza». Así lo definió su autora, la responsable municipal de Hacienda, María Navarro, remarcando la manida referencia a que es «el mejor posible» para el 2020, dotado con 881,22 millones de euros que aumenta en un 6,4% respecto al último aprobado, en el 2018, y dada la situación económica que heredaron al coger el bastón de mando el pasado junio, remarcó. Un proyecto que ahora se someterá a las enmiendas de Vox, el único que necesita y el único que parece dispuesto a apoyarlo. Un documento que tiene truco: necesita vender suelo público y que estas operaciones le reporten más de 20 millones de euros. Requiere que los años que acumula el consistorio sin ingresar dinero por este tipo de enajenaciones ahora sean un espejismo y ya tiene parcelas en cartera para sacar a subasta.

«Es una necesidad», declaró el alcalde Jorge Azcón al ser preguntado por esta estimación, porque en su opinión «un presupuesto que quiere capacidad de inversión tiene que aprovechar todos los recursos que el ayuntamiento tiene a su disposición». Pero no, no será la parcela contigua a La Romareda que en su día pretendió una empresa privada, sino hasta ocho enajenaciones distintas en zonas como Miralbueno, Valdefierro, barrio Jesús, San Gregorio o la avenida Cataluña -las que más interés despiertan actualmente entre los constructores- y con capacidad para varios centenares de pisos, así como cerrar otras que ya estaban previstas y que fracasaron.

Y es que también hereda este presupuesto la operación, por ejemplo, de venta de suelo en Valdefierro que iba a sufragar el proyecto de rehabilitación de la antigua Imprenta Blasco, que ahora ha desaparecido de las cuentas municipales, o la venta del párking de Bruil, valorada en 894.332,8 euros, que ZeC ya incluyó en sus presupuestos y cuya subasta lleva varios intentos declarándose desierta. De hecho, la venta de suelo en el pasado sirvió para inflar unos ingresos que permitieran gastar más y que luego acababan generando falta de liquidez. Y la última vez que se incluyó, ya con ZeC, recogía estas dos enajenaciones antes citadas y una tercera, la que iba asociada a la reconversión de los antiguos depósitos de Pignatelli para levantar más de un centenar de pisos y que está paralizada y, desde ayer, fuera de los presupuestos de Zaragoza.

Aún así, el Gobierno PP-Cs garantiza que esta vez sí se cerrarán estas ventas, y que si alguna finalmente falla hay más parcelas en la recámara. Y que a estos 20 millones se sumarán otros 4,75 procedentes de operaciones ya pactadas como la venta de la parcela de Averly a Brial, por solo 639.708,87 euros, o los aprovechamientos por la recalificación del outlet de Pikolín, que se pactó en dos millones y ahora, sorprendentemente, se presupuesta en solo 500.000 euros.

La venta de suelo será clave en un presupuesto que, eso sí, «tiene estrategia» y un discurso político claro. Lo defendió Navarro, el propio Azcón y la vicealcaldesa, Sara Fernández, que también refrendaba su apoyo a unas cuentas en las que, sobre todo, se habían «dotado adecuadamente los servicios». «La realidad innegable es que nace de ese agujero de 103 millones de euros que dejó el anterior Gobierno y fruto de muchos años de izquierdas», destacó Azcón, que lo ve como la «solución a la penosa situación económica» de la ciudad. De hecho no será el de la limpieza porque se vayan a limpiar más y mejor las calles sino porque se centra básicamente en sanear las arcas y asumir las deudas con las grandes contratas y las sentencias condenatorias, y que deja para el futuro la inversión en los distritos, que con 49 millones caerá más de un 28% en el 2020. Y barrer todo rastro de proyectos de la izquierda: la línea 2 del tranvía, los presupuestos participativos, la imprenta Blasco... Aunque no lo dijera.

Ese incremento en el gasto en los servicios ya conocido, de más de 46 millones con respecto al 2018, es lo que impide, admitió, que la inversión fuera de «más de 80 millones de euros» en ese mismo documento. Pero será de solo 49 porque toca limpiar. «Solo si este presupuesto limpia y cierra esos agujeros podremos plantearnos otro tipo de metas», resumió, al tiempo que destacó sus líneas maestras: crece el gasto en Acción Social hasta los 54 millones, un 8,25%; el dinero para la cultura, con 16,1 millones (un 8% más); y lo hace bajando impuestos como el IBI y renunciando a ingresos por la vía de la cesta fiscal por valor de 9 millones de euros con respecto a ese mismo 2018.

Y no cabe acompasar el pago de esas deudas para no recortar en inversión, porque lo que no se paga «generaría más intereses». Así que de esos 46 millones más para los servicios, poco irá para mejorar la calidad. «Ojalá», manifestó el primer edil. Cada retraso le cuesta al consistorio «un 6% más» caro un servicio.

Los distritos tendrán que esperar para que las grandes contratas no lo tengan que hacer, porque la inversión no castiga las arcas y lo prioritario es dotar adecuadamente y tapar ese agujero que destapó la auditoría.

En paralelo, se da otra curiosa estimación: mientras la DGA solo prevé en sus cuentas del 2020 abonar 8 millones de fondo de capitalidad a Zaragoza, la capital ha decidido poner 8,9 de ese mismo fondo y otros 16,5 del convenio por prestar competencias impropias en materia de acción social. Un aumento que, como la venta de suelo, tendrá que hacerse realidad, aunque para ello alguno de los dos deberá rectificar.

«Verdad y orden» en las cuentas, defendió el Gobierno PP-Cs en el presupuesto, que también tiene truco en el incremento de las subvenciones y convenios (capítulo 4). Por primera vez, los 9,4 millones de las ayudas de urgencia se incluyen en este apartado y no en el gasto corriente. Así suben un 18% hasta más de 71,4 millones en el 2020.

Ahora se abre el periodo de enmiendas. Mientras, el desglose por áreas se hará el día 23 y en Nochebuena.