Por si quedaba alguna duda, el último cambio en la titularidad del Gobierno de España está demostrando que, efectivamente, la derecha española posee hoy por hoy claras e interesantes ventajas sobre la izquierda. Ha perdido el último envite electoral, sí; pero... Hablo de derecha e izquierda por simplificar y no perderme en el laberinto de las matizaciones referidas a la mayor o menor inclinación de cada cual hacia el centro. De todas formas tanto la derecha española como la del resto del mundo es en la actualidad mucho menos centrista que la izquierda, lo cual (como luego se verá) viene a ser una de las ventajas que proveen a los conservadores. Primera gran ventaja: la derecha suele ser percibida y evaluada por sus habituales votantes de forma mucho más favorable que la izquierda por los suyos. Así, pese a la que estaba cayendo sobre la cabeza de los españoles (y no digamos de las españolas) en estos últimos años, el PP no ha sufrido el descalabro electoral que hubiera padecido el PSOE de verse en la misma situación. Ni siquiera en Aragón (con el trasvase a punto de caramelo) se ha producido tal hundimiento. Los electores conservadores poseen más unidad y perseverancia estratégica. En el caso de la España interior son además capaces de poner su adscripción ideológica por delante de los desaires políticos concretos. ¿Cómo, si no, explicarse el fuerte apoyo que disfrutan los conservadores en provincias (Teruel es una) a las que abandonan y putean siempre que están en el gobierno? Claro, me dirán ustedes, pero es que la derecha proyecta mejor sobre la opinión pública la supuesta bondad de sus actos. Seguro, les contestaré yo, ésa es otra de sus mejores ventajas, y su origen está en el hecho de que los conservadores mantienen una relación con el poder más íntima, natural y sinérgica. Los progresistas gobiernan sufriendo constantemente la tensión entre su presunta vocación reformista y (cuando gestionan las instituciones) sus posibilidades reales de llevar a cabo las reformas que anunciaron. Por eso se arman grandes líos, se desvían de su camino y quedan fácilmente en evidencia. Pero de todo ello, si les parece, seguiremos hablando mañana.