En la capital aragonesa era raro que alguien no hablase ayer del olor pestilente que durante casi todo el día inundó la ciudad. Las teorías eran muchas y muy variadas hasta que se descubrió que su origen estaba en unos campos de Movera en los que se utilizó un abono que procedía de Saica.

La idea de que este hedor a purín procedía de granjas cercanas y que, como consecuencia del bochorno y el viento, había llegado fue una de las hipótesis que más fuerza tuvo a lo largo de la jornada, hasta que por la tarde, a última hora, el Ayuntamiento de Zaragoza resolvió el enigma.

El aroma que acompañó a los zaragozanos durante todo el día, y que hacía que uno se lo pensase dos veces antes de abrir las ventanas de casa, pese al calor, procedió de Movera.

abono / Por la mañana se abonaron unos campos con lodos procedentes de la fábrica de Saica que arrojaba un fuerte olor por los componentes que llevaba. En concreto, el terreno se encuentra en una parcela frente a la pasarela de La Cartuja. Su fuerte hedor en origen y el ligero viento que ayer amainó las altas temperaturas -ojo, hoy descenderán-, acabaron alcanzando el corazón de la capital aragonesa. Esta circunstancia causó una intriga generalizada que dio para muchas teorías.

No es raro que la ciudad, en ocasiones, huela un tanto diferente. O más bien mal. En épocas de contaminación o escasez de viento, y fruto de la cercanía de la papelera de Saica, el ambiente se enrarece. En este caso, los zaragozanos están acostumbrados y todos conocen su origen, pero en el de ayer el aroma era nuevo. Parecía que uno estaba en pleno campo en lugar de en la plaza España, pues no olía a asfalto y contaminación, sino a fiemo o a purín.

Conforme fueron pasando las horas, el olor pestilente se fue difuminando, aunque variaba de unos barrios a otros. El misterio en este caso está directamente relacionado con el viento, que se encargaba de transportar el olor de un distrito a otro con más o menos intensidad.