Subir a la cima de una montaña, sumergirse en el mar o tumbarse en el césped de un parque. Hay casi tantas maneras de ser feliz como personas en el mundo. Hoy se celebra el día internacional de la felicidad. La ONU lo implantó en el 2012 para que «se aplique al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar para todos los pueblos». Y es que si no están cubiertos los mínimos básicos, la felicidad se convierte casi una utopía.

Pero el dinero ofrece «una felicidad contingente, que depende del objeto, y que se agota en 6 u 8 meses» afirma Javier García Campayo, médico psiquiatra en el hospital Miguel Servet de Zaragoza, y director del máster de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza, una técnica que facilita la felicidad. «Se trata de entender cómo funciona la mente y no quedarse atrapado en lo negativos. No somos nuestros pensamientos, sino quien los observa», destaca García Campayo. Por otra parte, la felicidad perdurable «se consigue con pequeñas cosas, estar vivo en cada momento, pero no con objetos como el dinero o el coche. Lo importante es ser, no tener, aunque en occidente la felicidad se asocia cada vez más a tener», añade.

Los estudios muestran que un tercio de la población va a padecer una enfermedad psiquiátrica, pero más de la mitad de los otros dos tercios no va a ser feliz. Los fármacos ayudan a combatir la enfermedad pero no cambian los factores relacionados con la felicidad. Según García Campayo, el Mindfulness consigue mejorar los síntomas psicosomáticos y físicos, y ayuda a ser feliz.

Mucho se ha escrito sobre la felicidad. Bertrand Russell tituló su libro como una conquista hacia ella, Eduard Punset como un viaje y el Dalai Lama como un arte, pero siempre es el objetivo. «Tal como dijo Aristóteles lo único que se busca por sí mismo es la felicidad», explica Juan Manuel Aragüés, profesor de Filosofía de la Universidad de Zaragoza. Y aunque la mayoría de las veces se plantea como algo subjetivo, no tiene que observarse solo desde la perspectiva individual sino también colectiva. «Vivimos en una sociedad individualista, muy idiota en el sentido etimológico de la palabra que solo mira lo suyo. Y hay elementos de satisfacción cuando te vuelcas hacia los demás», afirma Aragüés. «Se viven continuamente situaciones de injusticia y dramas humanitarios, y la estrategia para acercarnos a la felicidad sería no mirarnos tanto el ombligo y abrir una perspectiva más amplia», añade.

En Zaragoza existe una Escuela de la Felicidad, SEF, pilotada por el psicólogo César Rodríguez Martín: «Compartimos vuelos; somos dos profesores (pilotos) y viajamos en grupos de ocho alumnos (viajeros), en vuelos de una hora y media». Las siglas responden a Salud, Estilo de vida y Fuente de bienestar. «La felicidad siempre está relacionada con la salud, de cuerpo y mente, pero también con el estilo de vida, desde la inteligencia emocional y es fuente de bienestar», explica Rodríguez. «Cada viajero vive su propia experiencia pero es muy importante también aprender a que todos pueden ayudar a otros a encontrar su felicidad».