Una empresa del grupo Sit, la misma que trajo a España el Guernica se encargará de trasladar en marzo, en cuatro viajes, las 83 obras de arte religioso que el Museo de Lérida todavía guarda en sus instalaciones y que han de entregarse en el Museo de Barbastro.

Estas piezas, algunas de ellas con catalogación de bienes de interés cultural, están valoradas en 7,7 millones, una cantidad tan elevada que, según la normativa, obliga a utilizar escolta de los cuerpos y fuerzas de seguridad y a contratar un seguro acorde con el precio.

«El traslado de obras de arte es un trabajo delicado y complejo de principio a fin», subraya un responsable de la empresa de transportes Queroche, que se especializa en este tipo de traslados y en el 2017 llevó al monasterio de Sijena bienes que estaban retenidos en el Museo de Lérida que este hubo de devolver en virtud de una sentencia judicial.

Temperatura bajo control

Primero se lleva a cabo el manipulado y embalaje de las piezas, en presencia de los conservadores del museo. Puede ser con tisú, papel burbuja y cartón o e cajas rígidas de madera a medida del objeto u objetos transportados, como fue el caso del envío de 23 bienes de las parroquias oscenses efectuado el pasado 15 de febrero. «Todo se debe hacer con sumo cuidado para evitar dañar las piezas», indican en Queroche.

Muy importante, durante la carga y en el recorrido por carretera, es evitar cualquier tipo de vibración y de golpe. El habitáculo en el que viajarán los bienes es el de un tipo de camión especialmente adaptado para esa función y que puede estar blindado o semiblindado.

«Debe estar climatizado, dotado de sistema de navegación, plataforma elevadora, alarmas antiincendio y suspensión neumática», enumeran en Queroche. La temperatura ha de estar perfectamente controlada, como en el propio museo, donde los artículos más frágiles tienen sus propias vitrinas en condiciones constantes.

Del embalaje al desembalaje

Las mismas operaciones de la carga se repetirán en la descarga, pero ya supervisadas por el personal del lugar de destino, en este caso el Museo de Barbastro. Se llevará a cabo el desembalaje, una labor en la que puede estar presente un notario que dé fe tanto de las piezas recibidas como del estado en que se encuentran por si hubiera lugar a futuras reclamaciones.

Las piezas, además, habrán de ser transportadas debidamente aseguradas, para lo que existen diversas fórmulas, si bien es habitual que el expedidor cuente con su propia compañía. Los daños, si los hubiera, se tendrán que indemnizar de acuerdo con las condiciones establecidas en la póliza.

Con todo, dado que, en el caso de los bienes de las parroquias orientales de Huesca, se trata de unos bienes de gran valor, se establecerá además una escolta por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad.

"Todas las precauciones son pocas"

En el punto de salida y en el de llegada, además, deberá haber un cordón de seguridad que, en el caso de Barbastro, será de efectivos de la Guardia Civil y la Policía Adscrita de la DGA.

En estas mudanzas de objetos de arte desempeñan una labor crucial los empleados de la empresa de transporte, que se encargan de conducir el vehículo entre el punto de salida y el de llegada y de empaquetar y mover cada uno de los objetos.

«Todo tiene su dificultad, sin duda», explica el responsable de Queroche. «Y, con las obras de arte, todas las precauciones que se tomen son pocas», subraya.