POR

ADRIANA OLIVEROS

Cómo estaba el patio... El patio del Pignatelli de Zaragoza, donde ayer se presentó el libro El cedro y la luna , obra del gran doctor libano-aragonés y aún mejor amigo Nasser Issa. Así lo describieron los presentes, tan numerosos que no cupieron. Una audiencia variada hasta lo singular, que encabezaron el presidente Marcelino Iglesias y el consejero de Salud, Alberto Larraz (por aquello de la profesión del autor), junto al afable profesor Antonio Beltrán y a la presentadora en funciones, Sagrario Saiz.Cada uno busco su hueco. En primera fila estaban el viceconsejero Juanjo Vázquez y su mujer, la crítico de arte Chus Tudelilla. Cerca, el independiente José Luis Trasobares y el director del Seminario de Investigación para la Paz, Jesús María Alemany. Juntos y apretados, pero no revueltos, compañeros de Nasser Issa en el Servet, como el doctor Ara y Chema Artigas, músico, además, de Pixie Dixie. Compartió éste charla previa con otros invitados con ton y son, como el percusionista Jesús Fandos, el saxo Carlos Calvo, el director de la Banda de Muel, Jaime Silvestre, y los bunburymúsicos Belén Estaje y Javier Iñigo. Y tampoco faltaron el director del Instituto de Idiomas, Carmelo López, y la gerente del Servet, Luisa Noeno, periodistas como Pepe Quílez, María José Cabrera... Sonó el Yo soy un moro judío de Jorge Drexler que puso a todos las lágrimas a punto de caramelo. Y escuchó la audiencia sobre un libro que viaja al Líbano de los prósperos setenta y al de los terribles ochenta. Un alegato por la paz. Una historia intensa, hermosa... y solidaria, porque las ventas irán a Médicos sin Fronteras y a la asociación libanesa El Bor Wa Al Ihassan. ¿Quién da más?