La mujer atacada por un sicario en La Muela hace una semana ha estado recibiendo amenazas por parte de la exesposa de su novio durante tres años. No creía que se fueran a cumplir, pero sí hicieron que la pareja llegara a cambiar dos veces de domicilio. Ahora, tras su arresto, que adelantó EL PERIÓDICO, y posterior envío a prisión puede respirar más tranquila.

La víctima de este crimen frustrado aseguró a la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Zaragoza que cuando la sospechosa, D. H. J., se enteró de que su ‘ex’ había rehecho su vida comenzó su calvario. «Nos hizo la vida imposible, incluso tuvimos que irnos de Nuez de Ebro porque mandó gente para intimidarles, tras enterarse de que vivíamos allí», señaló esta mujer a los investigadores.

Pero no fue su único cambio, ya que antes de irse a vivir a La Muela, lugar en el que pudo haber muerto, estuvieron residiendo en La Puebla de Alfindén hasta que volvieron a ser localizados. En una de las amenazas, también por vía telefónica, les aseguraron que iban a mandar a unos sicarios para matarlos.

Esta situación llevó al instituto armado a calificar de «alto riesgo» la integridad física de estas personas tras la agresión y por la que llegaron a pedir a la jueza instructora un permiso de entrada y registro en la vivienda de D. H. J. por la fuerza en la mayor brevedad posible. Tenían consigo suficientes pruebas incriminatorias, entre ellas, los mensajes en Facebook del sicario, D. P. M., con el nieto de la conspiradora del crimen, que está en una prisión de Montpellier (Francia). Finalmente, se llevó a cabo ayer de madrugada.

Pero no fue el único arresto realizado por la Guardia Civil. Durante ese día, en Figueruelas, fue capturado J. B. M., por su participación en el ataque. Tras declarar en sede policial, asistido por el letrado José Luis Melguizo, fue puesto en libertad.

Cárcel

No tuvo tanta suerte D. H. J., que fue enviada a prisión por la magistrada del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de La Almunia, María José Calvo, tras solicitarlo la Fiscalía. Esta mujer de 68 años aseguró, asistida por su abogado defensor, José Cabrejas, que ella no había encargado nada y la víctima de malos tratos era ella. De hecho, señaló que había varias denuncias.

Las explicaciones no convencieron a la instructora, quien la envió al centro penitenciario de Zuera, lugar en el que se encuentra el autor del ataque.

La agresión estuvo planificada, tal y como publicó este diario. En un primer momento la idea era cometer la agresión con un arma de fuego, pero no la consiguieron y optaron por realizarla con ácido. Los investigadores consideraron que «problemas logísticos» llevaron a los sospechosos a optar por un objeto contundente que, finalmente, fue la pata de una mesa a modo de bate de béisbol.

Los investigadores llegaron a esta conclusión gracias al estudio de los mensajes en Facebook y Whatsapp intervenidos en el móvil del sicario. En concreto, escucharon un audio enviado el 15 de julio en el que el nieto de la detenida le ofrecía ganar dinero «por hacer una cosa fácil y buena, que es un asunto personal suyo». El otro le contestó que «si está en su mano no le tiene que dar nada, que lo hace de corazón» y le recordaba que salió mal «lo de la carta». La Guardia Civil pudo descubrir que le mandó droga a la cárcel, pero no llegó a destino». En otra se puede escuchar al preso en Francia que «no pueden tardar mucho porque su viejica está que no puede más».

Estuvo durante una semana observando los pasos de la mujer y comprobó que todos los días, a la misma hora, bajaba al parque. Habló con la persona que le hizo el encargo y le dijo que ya la tenía ubicada y, poco después, se cometió el ataque. La víctima tuvo suerte ese día porque varios vecinos lo vieron y consiguieron retener al sicario