Tal día como hoy, hace 30 años, ETA hacía estallar un coche bomba al paso de un autobús que se dirigía a la Academia General Militar frente a la iglesia zaragozana de San Juan de los Panetes. El conductor del transporte, Ángel Ramos Saavedra, fallecía como consecuencia de la explosión junto con el comandante Manuel Rivera Sánchez, sentado tras él. Otras 44 personas, varias de ellas viandantes, resultaban heridas de diversa consideración por la onda expansiva y la metralla.

Fue el inicio del año más negro para Zaragoza y Aragón en cuanto a la barbarie etarra, ya que se cerraría con la masacre de la Casa Cuartel de la Guardia Civil, con 87 heridos y 11 muertos, 5 de ellos niños. De hecho en 1987 se produjeron 13 de los 16 asesinatos que cometió ETA en Aragón en sus 30 ataques terroristas en la comunidad.

Hoy, como cada año, representantes del instituto armado se hermanarán con los de las Fuerzas Armadas y las víctimas que aún quedan del atentado del autobús militar. Según publicaba ayer Heraldo, a lo largo de estos años ya han muerto diez de estos supervivientes.

Los que quieran acompañar a las familias y recordar el atentado, están convocados a las 19.00 horas en la iglesia frente a la que ocurrió. Todos los años se celebra una ofrenda floral y una misa conmemorativa en el céntrico templo zaragozano, habitualmente convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo.

PRISIÓN

Dentro de un año, cuando se vuelva a recordar el atentado, el que fuera autor material de la masacre, Henri Parot, estará a las puertas de salir de la cárcel, al cumplir la última pena que le fue impuesta, en el 2007, por reintegrase en la estructura de la banda terrorista.

Parot fue quien, siguiendo órdenes de Francisco Mujica Garmendia, Pakito (también en prisión, aún con cuatro años de pena por delante), accionó el detonador del coche bomba de San Juan de los Panetes. Parot también se encargaría de ejecutar el atentado de la Casa Cuartel, junto con otros tres etarras vascofranceses. Entre ellos su hermano, quien le ayudó a huir tras los asesinatos que hoy se conmemoran en Zaragoza. Pero las penas por estos y otros asesinatos ya las cumplió, en gran medida gracias a los beneficios penitenciarios que él mismo impulsó hasta en el tribunal europeo.

Además de las víctimas mortales y las decenas de heridos, la explosión causó daños en varios de los edificios aledaños de la plaza. Entre ellos el del exjefe de fotografía de este diario, Rogelio Allepuz, por entonces en El Día. Hace seis años, con motivo del anuncio del abandono de la violencia por parte de la banda terrorista, Allepuz rememoraba en una pequeña entrevista cómo «el estruendo» de aquel día, que le levantó literalmente de la cama, no se le iba de la cabeza.

Encontró el salón de su casa destrozado, lo que no impidió que cogiese su cámara y bajase a reflejar los estragos del atentado, con imágenes como la que ilustra esta información. Tanto le impresionó el sonido que reconoció inequívocamente como bomba la de la Casa Cuartel, pese a estar relativamente lejos.