Algún día de éstos, haremos un paréntesis y la política internacional dejará hueco a nuestra modesta e incruenta política doméstica. Un día de éstos, supongo yo, habremos de reflexionar sobre el hecho de que la mayoría social aragonesa ha obtenido una gran victoria que no sólo rompe todos los pronósticos, sino que viene a consolidar definitivamente nuestra personalidad como pueblo. O así debería ser.

Los vaivenes del mundo, eso que Rudyard Kipling llamó el gran juego , siempre han sido una mierda sangrienta y repleta de mentiras. Desde hace mucho tiempo, la mayoría de los españoles mantiene ante ese juego siniestro una prudente actitud (¿aislacionismo pacifista?) que no cesa de chocar con los ardores (¿belicismo intervencionista?) de las minorías abonadas al poder. En eso estamos todavía: que vamos por lana para el conde de Romanones o para el presidente Aznar... y volvemos con nuestros sufridos y escasos lomos trasquilados al cero.

Cuando quieran profundizamos en el tema. Mas ahora quisiera insistir en que Aragón, en su limitado horizonte, tiene retos políticos y culturales de enorme interés. Y habrá que prestarles la atención que merecen.

Tumbar el PHN no ha sido poca cosa. Hace tres años, casi nadie daba un duro por el resultado del match que enfrentaba a nuestra decaída comunidad con el Gobierno central y enormes poderes fácticos. Era la tercera vez que nos arremetían con el trasvase del Ebro, y para muchos iba a ser la vencida , la definitiva. Pero no. Está claro que si un Régimen pretende meterle mano al río íbero se cae con todo el equipo. Yo no lo intentaría de nuevo.

El hundimiento del PHN aznarí obliga a cambiar muchos discursos. Trabajo extra para los políticos aragoneses, que se han sentido muy cómodos teniendo el trasvase como único y sencillo referente. Ahora llega la hora de pensar en otros argumentos importantes y de precisar las propuestas hidrológicas. Ahora deberíamos comprobar, por ejemplo, si el Instituto Aragonés del Agua sirve para algo más concreto que exhibir el coche oficial más fardón (no el más caro, ojo) del Aragón institucional. A ver, pues.