Para el escritor mexicano Juan Pablo Villalobos llevar el humor a los tribunales es una "exageración" y, sobre todo, una "censura" que nada tiene que ver con la moralidad o la decencia, sino con un objetivo político: "el control del discurso por parte de los poderosos".

Con esta rotundidad se ha manifestado Juan Pablo Villalobos (México, 1973) sobre los juicios contra humoristas con motivo de la presentación en la Feria del Libro de Zaragoza de su último libro 'No voy a pedirle a nadie que me crea', en un encuentro con lectores que se ha celebrado en la Diputación Provincial.

Villalobos ha indicado que llevar el humor a los tribunales es una "censura" y "hay que decirlo tal cual", porque esa penalización puede llevar a los ciudadanos a coartarse a la hora de hacer una broma o un chiste sobre algunos temas.

A su juicio, este control desde el poder no está relacionado con la "moralidad" o la "decencia", sino con un objetivo político, que es controlar el discurso, para que la sociedad sea obediente a sus intereses.

"Los poderosos reaccionan de esta manera porque saben que el humor tiene la capacidad de desmitificarlos y de ridiculizarlos, de mostrarlos tal como son", ha señalado a EFE.

En su última obra 'No voy a pedirle a nadie que me crea', una parodia del mundo literario que fue Premio Herralde de novela en 2016, Juan Pablo Villalobos trata directamente los límites del humor a través de la tesis doctoral que hace el protagonista de la historia.

Para él, el humor no tiene límites, sino la capacidad de abordar cualquier tema desde otro prisma.

"Se dice muchas veces que puede herir sensibilidades u ofender a las víctimas, pero lo que valdría la pena es preguntarse cuál es objetivamente el daño que puede causar el humor, más allá de cierta incomodidad", ha reflexionado.

A este respecto, Villalobos considera que, frente a ese efecto negativo, el humor tiene "muchos más efectos positivos", como la posibilidad de descubrirse a sí mismo o de reconocer cosas que no se ven a través de la solemnidad.

"La mayoría de las veces reímos porque reconocemos un fondo de verdad, porque nos damos cuenta de que en eso hay algo de verdad", ha apuntado.

Sin embargo, esto no ocurre tan directamente cuando se habla del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, porque es un personaje "tan absolutamente ridículo" que sus capacidades humorísticas están "agotadas".

A su juicio, no se puede parodiar lo que en sí mismo es una caricatura, o si se puede, pero es tan "obvio" que las parodias que hacen de él en Estados Unidos no hacen tanta gracia.

"Es tan ridículo que no necesita que nadie le parodie", ha indicado Villalobos, quien ha añadido que las consecuencias de sus políticas en México no son en ningún caso un "chiste".

Por otro lado, Villalobos publicará en enero de 2018 un nuevo libro de cuentos de niños de Centroamérica, procedentes de Honduras, Guatemala y El Salvador, que emigraron solos a Estados Unidos atravesando México.

Durante un año, Villalobos ha recogido el testimonio de diez de estos niños -cinco niños y cinco niñas-, que cuentan qué les llevó a a emigrar, qué cosas les ocurrieron por el camino y qué les ocurrió cuando llegaron a Estados Unidos, hasta reunirse con sus familias.