El covid-19 arrasa con todo, también con la violencia sobre la mujer. No la ha eliminado, pero sí ha conseguido silenciar el otro virus, el del machismo inoculado en algunos hombres con sus parejas o exparejas. Las cifras así lo revelan puesto que el número de llamadas al 900 504 405, teléfono gratuito para emergencias de malos tratos en Aragón, ha sido marcado un 15% más que el pasado año. En el 2019 hubo 3.739 frente a las 4.314 del 2020 (datos durante los meses de emergencia sanitaria por el coronavirus). Sin embargo, el número de denuncias se redujo un 30%, según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)_a falta de contabilizar el último trimestre. ¿Contradictorio? Los especialistas que analizan los datos responden que no.

La directora general de Instituto Aragonés de la Mujer (IAM) y la vicepresidenta de la asociación de mujeres juristas Themis, María María Goikoetxea y Altamira Gonzalo, respectivamente, coinciden en señalar que el riesgo de sufrir agresiones aumenta cuando ellas dicen que se marchan y ellos ven que pierden el control. Una situación que durante el confinamiento era imposible y que ahora con las limitaciones de movilidad, horarias y la crisis económica aparejada al covid está agravando.

Casi 2.000 alertas

Las mujeres que han descolgado el teléfono para denunciar haber sufrido violencia física o psicológica han bajado. La primera un 15,5% menos y las segunda un 11,7%, si bien se puede decir que al menos 1.954 aragonesas hicieron constar que sufrían malos tratos en el 2020. En el mes de mayo se alcanzó la cifra más alta en la serie histórica de este servicio, que comenzó en noviembre de 1.998, con un total de 547 llamadas, un 60%.

Estas comunicaciones, tal y como asevera Goikoetxea, son derivadas a los diferentes recursos que el IAM puede ofrecerle como son abogados, trabajadores sociales o psicólogos. En los casos más graves la llamada se redirige a la Policía Nacional o la Guardia Civil. «Para acceder a nuestros recursos no es necesario interponer una denuncia, muchas necesitan verse protegidas antes de dar el paso», destaca.

Gonzalo, abogada en ejercicio, añade que «se dan casos de mujeres que son madres, que hasta que no ven que sus hijos están a salvo ellas no dan el paso». «El hombre ejerce tal control que prefieren no dar el paso», recalca, a la vez que apunta que el hecho «de que el maltratador esté en un erte o haya sufrido un ere ejerce una presión en la víctima que no le deja actuar».

De ahí que el IAM pusiera en marcha una red de alojamientos alternativos pensada para las mujeres que han perdido sus fuentes de ingresos (normalmente generados como trabajadoras del hogar) y están viviendo situaciones críticas que pueden desembocar, sin el apoyo necesario, en procesos de exclusión graves. También lo ofrecen a mujeres que están en pisos y/o clubes corriendo el riesgo de verse abocadas a ejercer para mantenerse y mantener a sus familias. En Zaragoza hay 26 recursos habitacionales más, en Huesca 8 y en Teruel hay convenios con hoteles. «Estamos preparados incluso si fuera necesario para un cambio de comunidad autónoma», afirma la responsable de este organismo público.

Violaciones

Otro tipo de machismo, las agresiones sexuales, se ha incrementado. El IAM atendió un centenar de casos, frente a los 75 del 2019. En el análisis del aumento también coinciden Goikoetxea y Gonzalo:_las víctimas sufren violencia sexual en su entorno más próximo. Y el crecimiento de este tipo de casos lo deja patente la recientemente estrenada Asesoría Especial de Agresiones Sexuales del Gobierno de Aragón que en quince días atendió a quince mujeres.

Gonzalo apostilla por su parte que no hay que dejar de lado a las niñas y niños que también sufren este tipo de violencia y la mantienen en silencio hasta que la comunican a sus madres. Una situación todavía más difícil en los hogares en los que también hay malos tratos.

En todos los casos la Policía hace una valoración de riesgo y hay una pregunta que siempre se repite: si ha hablado de irse de casa o separarse. En caso afirmativo, esta precisa de protección y así poder evitar algo que 45 mujeres el pasado año no consiguieron, ser asesinadas. Ninguna de ellas en Aragón. Solo una de cada cinco víctimas mortales desde que comenzó el recuento en 2003 habían denunciado.