Una violenta y breve tormenta que descargó sobre las 20.00 horas de la tarde de ayer en Zaragoza sembró el caos en la ciudad, donde dejó un rastro de decenas de árboles caídos, contenedores volcados y calles encharcadas. La tromba, que iba acompañada de granizo y de fuertes rachas de viento, provocó además graves problemas a la circulación rodada, dado que en numerosos puntos se desplomaron ramas y troncos sobre la calzada. No se registraron daños personales.

Los destrozos causados por la tormenta, que duró sólo diez minutos, fueron especialmente graves en calles como Monte Perdido, junto a la avenida de San Juan de la Peña, donde el aire arrancó de cuajo varios pinos de gran altura que cayeron sobre las aceras y el asfalto.

Las mismas escenas de destrucción se dieron también en las calles Sevilla y Marcial, así como en la Gran Vía, donde se formaron grandes atascos. En Arzobispo Morcillo, un tronco cayó sobre un turismo que sufrió grandes daños. En la plaza de San Pedro Nolasco, el vendaval produjo la caída de grandes ramas, al igual que en la de Santa Engracia. En muchos edificios se desprendieron tejas y trozos de cornisa.

El mobiliario urbano resultó muy dañado y los Bomberos, cuya centralita se colapsó ante el aluvión de llamadas de emergencia, tuvieron que emplearse a fondo para retirar árboles y achicar el agua que había inundado garajes, bajos y locales.

Las rachas huracanadas aventaron los veladores de numerosas cafeterías y arrancaron seis árboles en el parque del Tío Jorge, según indicaron testigos presenciales que aseguraron que la gente tuvo que buscar refugio para huir de la tormenta.