El coronavirus vino a Europa en avión. Y en primera clase. Pero después han sido las personas más vulnerables de nuestro país las que han sufrido las consecuencias más duras la pandemia. Esta es tan solo una de las conclusiones de un análisis realizado por el Grupo de Estudios de Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza (GEOT) y que fue ayer presentando en una comparecencia en las Cortes de Aragón. Fue el investigador principal del grupo, y catedrático de Geografía Humana, Ángel Pueyo, acompañado por la doctora e investigadora María Zúñiga, el encargado de comunicar los resultados del informe ante los diputados de la cámara, que alabaron el detallado estudio que se presentó.

Pueyo, en una conversación posterior con este diario, explicó que el SARS-Cov-2, causante de la pandemia que asola el mundo, no llegó hasta nuestro país en «un carguero a través de un operario». «Fueron las clases móviles, técnicos de viaje en China, los que trajeron consigo el virus. Pero una vez aquí se ha extendido por toda la sociedad y se enquista en los núcleos de población más vulnerables», asegura Pueyo.

Esto es debido, aparentemente, según el estudio y los datos que han podido obtener, por «la situación de hacinamiento y los menos metros cuadrados de los que disponen las clases populares». «Hay una correlación directa entre los casos en mayores de 80 años y las zonas en las que los residentes disponen de menos metros cuadrados», afirmó Pueyo ante la Comisión de Comparecencias Ciudadanas.

Para llegar a esta conclusión en GEOT ha trabajado con los datos covid de las zonas básicas de salud pero no solo, puesto que el objetivo ha sido tratar de acercarse lo máximo posible a la realidad e intentar acotarse a las circunstancias en las que vive la población. Es decir, pasar de los macrodatos a la información «edificio-hogar-individuo».

El fenómeno que describe este estudio se dio más durante las primeras olas de la pandemia, cuando se decretó el confinamiento domiciliario. Entonces se contagiaron más las personas con menos posibilidades de aislamiento y además el sistema sanitario tenía menos recursos y menos capacidad de detección. No obstante, de los primeros meses de la pandemia existen menos datos. A partir de julio y sobre todo del otoño, la información publicada sobre la evolución de la pandemia permite observar mejor los comportamientos del coronavirus.

Así, por ejemplo, en los últimos meses, se ha observado en Zaragoza que muchas veces los repuntes de casos empiezan en barrios con una población más «joven y móvil», como Casablanca y Universidad, pero que después saltan a zonas más populosas y humildes, en donde las consecuencias para su población son peores, dado que la media de edad es más elevada, como San José. «Los jóvenes se sienten inmortales y no tienen miedo de contagiarse», explica Pueyo.

Esta desigualdad, asimismo, se ha dado con más intensidad en países con sistemas sanitarios no tan estructurados como en Europa. «En Estados Unidos se ha observado claramente que el virus ha tenido más impacto y peores consecuencias entre las comunidades más vulnerables. Los ricos podían aislarse y pedir a domicilio», comenta el investigador jefe del GEOT.

Los ricos, con peor ánimo

Paradójicamente, la población más pobre está sabiendo sobrellevar mejor la situación anímicamente. Según una encuesta que recopiló 5.000 respuestas sobre calidad de vida que realizada en colaboración con el Ayuntamiento de Zaragoza, «los barrios más populares son más resilientes porque viven situaciones más duras a diario y la situación anímica ha sido peor en las zonas más pujantes». Es decir, la población vulnerable está más acostumbrada a la desgracia, por lo que se reponen antes tras un golpe duro.

«Ocurre también en África, donde la vida por lo general es más dura y hay que afrontar más contradicciones en el día a día», dijo Pueyo, para explicar los estragos que el coronavirus está causando en la sociedad occidental. «La pandemia también nos está cambiando en cuestiones como el modo de trabajo y hábitos como el juego, el alcohol, las drogas o el modelo de convivencia», añadió.

El informe del Grupo de Estudios de Ordenación del Territorio también ha relacionado los datos de contagios del entorno urbano y el rural. «Tanto en letalidad como en hospitalización las grandes ciudades numéricamente han sido las más afectadas, pero proporcionalmente el más afectado ha sido el medio rural, que tiene una población envejecida y gran movilidad», dado que las necesidades y los servicios se dispersan en un ámbito geográfico mayor.

Por último, Pueyo afirmó también que «la quinta ola» en Aragón «comienza a ser una certeza», lo que debería ponernos en alerta a pesar de que la vacunación ya esté rebajando la mortalidad en las personas de más edad. «Las nuevas variantes están afectando más a los jóvenes y aunque la letalidad del virus sea menor, son ellos los que están ingresando en los hospitales ahora», afirmó.

Por ello, pidió que su trabajo y el de su grupo, así como las herramientas que han utilizado, se usen para aplicar medidas «más quirúrgicas» que permitan optimizar los recursos para actuar en lo concreto, allí donde ahora se sabe que el virus se dispersa mejor. «Nuestro objetivo era comprender la realidad de la pandemia más allá de la perspectiva sociosanitaria», concluyó el catedrático.