Los vecinos de San José y de otros barrios que llevan luchando más de una década por dar un uso creativo a la antigua harinera del barrio pudieron verla al fin restaurada ayer, en una visita guiada a cargo del arquitecto Teófilo Martín. Recorrieron las cuatro plantas siguiendo el antiguo camino del grano, de arriba abajo, viendo el sólido tejado, las nuevas ventanas en viejas paredes, la maquinaria que quedará como recuerdo y decoración. Pero ellos vieron más allá, los espacios para talleres, música o intercambios que quieren que albergue en un futuro.

Como expuso Pablo Muñoz, concejal de IU y presidente del distrito, fue solo un primer paso, pero importante: "Ya estamos aquí", resumió ante los vecinos. El arquitecto subrayó que el edificio está totalmente restaurado, aislado y en plenas condiciones para los proyectos.

Las obras en la planta calle comenzarán en diciembre, ya tienen presupuesto y terminarán en marzo, aunque el periodo electoral retrase su inauguración. Para llenar el resto de los 2.000 metros cuadrados, para disgusto de los vecinos, habrá que esperar.

Los visitantes salieron encantados, y ya estaban "maquinando un millón de cosas", como explicaban Óscar López y Oga Burzaco. "Es muy interesante, los espacios abiertos permiten la interacción de unos grupos con otros", contaban.

Para Josema Carrasco y Marta Martínez, "semivecinos" de San José por su ilusión con el recinto, es una satisfacción ver sus "impresionantes posibilidades". "Siempre que pasaba por aquí pensaba pobrecito este edificio, ahora estoy como una cría", contaba ella.

La visita fue el prólogo de una mañana de grupos de trabajo, liderado por el grupo de gestores culturales Paisaje Transversal, para idear la forma de organización y las actividades. Estas, según explicó Jon Aguirre Such, han de "complementar, sin pisar", las de otros centros. Por ejemplo, no habría una biblioteca, quizá sí un centro de intercambio de libros y tiempo.