El proceso de digitalización que está viviendo en los últimos años el sector financiero se ha intensificado en las últimas semanas. Por obligación y por razones obvias. La crisis del coronavirus ha reducido de forma exponencial las visitas a las sucursales y algunos clientes que hasta ahora no realizaban operaciones por vía telemática se han acostumbrado a hacerlo. También se ha desplomado la retirada de efectivo en los cajeros. Así, los clientes aragoneses están siguiendo las recomendaciones y cuando pagan en los supermercados, en las farmacias o en los estancos lo hacen con tarjeta de crédito. Todo ello está afectando al día a día de las oficinas bancarias.

Fuentes de Ibercaja reconocen que la afluencia de clientes se ha reducido «de forma muy significativa» en sus sucursales y recuerdan que todas ellas siguen abiertas (salvo contadas excepciones por algún caso positivo). Además, destacan que la retirada de efectivo en sus cajeros ha bajado un 50%, si bien el importe medio de cada extracción se ha duplicado. El parón de todos los sectores salvo los esenciales también se deja notar en el pago con tarjetas. El importe total abonado por sus clientes ya sea en comercios, restaurantes o compras 'on line' se ha reducido un 50% desde el pasado 15 de marzo. Los datos de los que dispone el banco aragonés también permiten confirmar el acopio que se produjo en los días previos al confinamiento. Así, entre los días 11 y 14 de marzo el consumo con tarjeta se incrementó un 25% respecto a las mismas fechas del año pasado.

Los datos que maneja la Caja Rural de Aragón confirman de la misma forma que el estado de alarma ha trastocado los hábitos de consumo. Durante las dos primeras semanas de confinamiento, el pago con tarjeta en los supermercados se disparó un 98% fruto de las recomendaciones de las autoridades sanitarias, mientras que la retirada de efectivo en sus cajeros cayó un 60% respecto al mismo periodo del 2019. Además, el pago de recibos en ventanilla descendió un 53% y la realización de transferencias en las oficinas bajó un 50%. Todo ello ha hecho que las visitas a sus sucursales se haya reducido hasta un 70% (el porcentaje baja de forma notable en el medio rural), mientras que la cifra de operaciones realizadas por vía telemática ha subido un 23%.

Todos estos datos constatan que el confinamiento podría acelerar aún más el proceso de digitalización que viene registrando el sector en los últimos años. «Habrá clientes que se acostumbren a partir de ahora a operar en internet; ya veremos si esto genera más recortes de empleo», indica el responsable de banca de UGT Aragón, Emilio Romeo.

La caída de las visitas está permitiendo a las entidades implementar en parte el teletrabajo y reducir así el riesgo de contagio. En las oficinas de Ibercaja y Caja Rural, por ejemplo, la mitad de los empleados trabajan 15 días en casa y los otros 15 en la sucursal de forma rotatoria. La atención telefónica, eso sí, se ha duplicado.

Pueblos sin sucursal

El cierre de sucursales bancarias ha sido una constante en la última década. La sangría ha afectado a las ciudades pero sobre todo a muchos pueblos que se han quedado excluidos financieramente. En Aragón, unos 420 municipios (más de la mitad de los que tiene la comunidad) carecen de oficina, con los consiguientes problemas que eso genera.

El estado de alarma ha agravado esta exclusión financiera en algunos pueblos, sobre todo entre los más mayores, menos acostumbrados a manejarse con las nuevas tecnologías. «Aquí aún hay gente mayor que tiene que desplazarse hasta Jaca para sacar dinero porque no opera con tarjeta y, claro, estos días es más complicado viajar por el estado de alarma, además de que es un riesgo de cara a nuevos contagios», explica el alcalde de Canfranc Estación, Fernando Sánchez.

La ausencia de oficina (el municipio sí cuenta con dos cajeros automáticos) dificulta también las cosas a los comercios que siguen abiertos a la hora de pedir cambios. «Ya estamos acostumbrados, además en estos días la actividad ha bajado bastante», explican desde el estanco del pueblo. Este municipio de la comarca de La Jacetania no es el único con más de 500 habitantes y sin sucursal bancaria. Otros como Igriés, Nueno, Siétamo o Paracuellos de Jiloca tampoco tienen. Sin duda, los más perjudicados en todos ellos son los ciudadanos de mayor edad, ya que la banca 'on line' cada vez es más utilizada por el resto de la población.