Se cumplió la tradición. Con las campanadas de las doce del mediodía, ayer se abrió la puerta del Ayuntamiento de Tarazona para que saliera por ella el Cipotegato. En la plaza le esperaban 8.000 personas cargadas de tomates, según el consistorio unos 15.000 kilos que se arrojaron en apenas cinco minutos Cuando la puerta se abrió una lluvia roja inundó la plaza. Tras un recorrido de 15 minutos por las principales calles de la ciudad, el Cipotegato volvió a la plaza que le aclamaba ya convertido en parte de la tradición. Comenzaban así los festejos patronales en honor a San Atilano.

Con la plaza en plena batalla campal, el Cipotegato comienza a vestirse. En la calle se oyen los gritos de "Cipote, Cipote...".

Los últimos minutos vuelan y sin casi darse cuenta, Enrique Calahorra se encuentra con el gorro delante de la gran portalada del consistorio. Le cuesta salir porque el gentío le frena. Casi sin darse cuenta y bajo un cielo teñido de rojo, el Cipotegato desaparece por la calle Mayor.

Su recorrido le llevó por las principales calles, Rudiana, avenida de Navarra, Paseo de la Constitución, los Recodos... . Cuando vuelve a entrar en la plaza de España lo hace en volandas, sobre los hombros de sus amigos y entre los aplausos de los turiasonenes.

Sube al monolito de homenaje a este personaje y saluda. Entonces se permite un capricho , saca una cámara desechable y fotografia a la multitud desde lo alto. Cuando vuelve a abrirse la puerta, el ayuntamiento es tomado literalmente por la gente que aclama al Cipotegato.