Si las Tortugas Ninja existiesen y viviesen en Zaragoza, elegirían como residencia la prolongación de la calle Miguel Servet, justo enfrente del polígono industrial Montemolín. Allí, a pie de carretera, existen desde hace 50 años cinco casas separadas por apenas veinte metros de una cloaca abierta al aire libre en la que vierten algunas fábricas del entorno y las propias viviendas, que carecen de agua y vertido.

Se trata del antiguo escurridero del canal que iba a parar al Ebro pero que con la construcción de la rotonda del cuarto cinturón quedó aislado del cauce. Se ha convertido ahora en un charco que nunca se seca. Las ratas y los insectos ejercen de dueños y señores.

"Antes fluía el agua y no había tantos olores, pero ahora es un nido de porquería", dice Antonio García, propietario de la casa más cercana a la fosa. "Procuro limpiar un poco la orilla pero lo que no hago es bajar porque como me muerda algún bicho de los que viven ahí me muero de una infección". Hace tres años que se les prometió una solución, pero siguen esperando. "Cuando empezaron a construir la rotonda del cinturón dijeron que no volveríamos a pasar un verano de olores y de mosquitos, pero desde entonces ya van tres y aquí no viene nadie".

Según los afectados, el problema se solucionaría de dos maneras. Primero, dotando las viviendas de red de agua y vertido para no tener que utilizar esta cloaca, materia en la que tiene competencia el ayuntamiento. Segundo, cubriendo el escurridero con hormigón para cegarlo y acabar con los malos olores, las ratas y los insectos.

"En cuanto al agua y vertido, nos hemos cansado de ir al ayuntamiento. Ahora aún tenemos alguna esperanza porque hablamos con los empresarios del polígono de Montemolín y a ellos les prometieron conectarles a la red del Camino del Medio, el que discurre entre las vías del tren y la N-232. Confiamos en que también nos conecten a los particulares. Somos pocos y legales, tenemos todos los papeles en regla", explicó el propietario.

Respecto al cubrimiento de la fosa, el pasado viernes se mantuvo una reunión con el responsable de las obras del cuarto cinturón, dependiente de Demarcación de Carreteras del Estado. Allí se explicó a los particulares afectados que con la reanudación de los trabajos para cerrar la ronda en dirección a los barrios de Movera y Santa Isabel, se prevé mover tierras y acometer la condena del antiguo escurridero.

"Tranquilos estaremos cuando se tape el charco, pero al menos hemos visto buena disposiciónr", indicó Antonio García. La previsión de Demarcación de Carreteras, según se les explicó a los afectados, es que en dos meses lleguen las máquinas excavadoras.

Aunque todas las instituciones les dan la razón, el tiempo pasa y los afectados no ven avances. Saben que mientras no se les dote de red de abastecimiento y vertido, no podrá cegarse la charca porque allí van a parar las aguas residuales que ellos mismos generan. "Esto sólo lo soportan las ratas. Para ellas es la vida ideal, parecen gatos de lo gordas que están".