Las voluntarias y voluntarios de la Asociación Española Contra El Cáncer (Aecc) han regresado hace unos días al hospital Miguel Servet de Zaragoza y el Ernest Lluch, en Calatayud, mientras que tenían previsto reincorporarse en los próximos días al Clínico Lozano Blesa de la capital.

Estas personas atienden a los pacientes oncológicos en su visita a los centros hospitalarios, una labor que se vio interrumpida por la pandemia de coronavirus y que ahora regresa con la red joven del voluntariado. Esta primera toma de contacto no se da todavía en el hospital Infantil y tampoco la realizan los voluntarios mayores de 60 años y pertenecientes a la población de riesgo.

En la sala de espera de radioterapia y en el hospital de día de oncología, los voluntarios acompañan a pacientes y a sus familiares, entablando una conversación, ofreciéndoles ayuda, así como información sobre la asociación. La semana pasada, se habían incorporado seis, mientras que antes de la pandemia se disponía de casi 40. Además, se ha limitado su movimiento en el hospital, ya que solían ir en parejas y rotando entre las áreas. De momento, se evitan los trasiegos por el centro.

Horia Ouahi y Diego Pérez son dos estudiantes universitarios que se apuntaron al curso de formación en voluntariado de la asociación y ya forman parte de ella. Al conocimiento que ya habían adquirido, se suma ahora información más específica para que conozcan los protocolos de seguridad y sepan abordar la comunicación que se da ahora a través de la mascarilla, «ya que han cambiado las habilidades de comunicación, se pierde la parte no verbal», explica Carolina García, coordinadora de voluntariado de la Aecc en el hospital Miguel Servet. También les enseñan cómo gestionar el miedo al contagio, «y les digo que lo más importante es que estén cómodos, que se encuentren seguros», añade García.

Antes ofrecían galletas, caramelos o un café, siendo esto una herramienta para presentarse que se ha restringido para minimizar riesgos. Pero se mantiene la esencia de su labor, que hace más amena la espera, sobre todo a aquellas personas que van solas, y en muchas ocasiones una conversación se convierte en un desahogo. «Valoran mucho el apoyo emocional que le das, y uno mismo también», comenta Horia. «Ver que les puedes ayudar te hace sentir bien contigo misma», continúa. «Me transmiten la fuerza que tienen, y te hace valorar y reflexionar sobre uno mismo», añade la estudiante de terapia ocupacional.

Asimismo, los voluntarios abren la puerta de la asociación a otras personas informando sobre lo que ofrece, «es importante decirles que es gratuito, universal, que no se tienen que hacer socios y que pueden acceder a los servicios de atención psicológica y social, a los talleres que tenemos...», detalla la coordinadora.

Pero, sin duda, para García lo más importante de esta figura es que el voluntario «humaniza mucho la atención». Transmite calidez y compañía en unos momentos amargos, además de ser una figura que refleja «normalidad» en la situación actual.

Asisten más de 800 llamadas durante el estado de alarma

El servicio de Infocáncer de la Aecc, destinado a los enfermos de cáncer y sus familiares, recibió 834 llamadas del 13 de marzo al 21 de junio. Según la asociación, en Zaragoza más del 60% de las llamadas obedecía a una necesidad de apoyo psicológico y social. Mientras que los servicios realizados por videoconferencia y teléfono alcanzan los 449. Estas cifras reflejan un cambio destacado en la atención, ya que antes del estado de alarma la totalidad de los servicios se realizaban presencialmente, y de un día para otro, el 100% se atendió a distancia.