Una plantilla de 30 personas atiende a los casi 3.000 mayores que disponen del servicio de Teleasistencia Domiciliaria. Para ello, los usuarios tienen en sus casas un terminal parecido a un teléfono que se activa pulsando un botón rojo que llevan colgado de un medallón con el que incluso se puede bañar. Pulsando ese botón, rápidamente los mayores contactan con la sede del centro de teleasistencia donde una voz amable atiende a cualquiera de sus necesidades. Según explica José Garcés, responsable del centro, la mayoría de llamadas que realizan los usuarios son "sólo para hablar". Sin embargo, los trabajadores también llaman a los usuarios para preguntarles por su estado anímico o de salud, recordarles que tienen una cita con el médico o simplemente felicitarles por su aniversario. Todo ello es posible gracias a que la información de cada usuario está recogida en un formulario que aparece en la pantalla del ordenador en el momento en que se recibe una llamada. Esto hace que los mayores lleguen a coger tal confianza con las personas que los atienden que, alguna vez, se han acercado hasta las oficinas del servicio para "poner un rostro a la voz con la que hablan" tantas veces. Además, este servicio cuenta con vehículos y personal que se desplaza hasta el domicilio de los ancianos si es necesario. Para estos casos, dispone también de las llaves de los inmuebles para acceder a los mismos en situación de emergencia, sin tener que esperar a familiares o al cerrajero.