Parecía imposible, pero en la aldea de Puy de Cinca se han celebrado otra vez fiestas mayores. Y eso que han pasado más de cincuenta años desde la última vez que se cantó y bailó en sus calles. Así, este diseminado dependiente del municipio de Secastilla vivió como un triunfo la jornada y conmemoró ayer por todo los alto el «espíritu irreductible» de los santos Emeterio y Celedonio con juegos aragoneses, comidas populares y música en vivo. Los vecinos de la zona se unieron para arropar a la única familia que reside durante todo el año en la localidad al frente de una asociación que busca promover y experimentar otras formas de habitar el entorno rural.

La aldea de Puy de Cinca es un diseminado en la comarca de la Ribagorza que quedó completamente abandonado tras la construcción el embalse de El Grado, que aunque no lo arrasó completamente impidió el desarrollo de su economía. El sindicato UAGA lo recibió en los años 90 dentro de los planes de compensación de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) con los que se recuperaron pueblos como Ligüerre de Cinca o Morillo de Tou. A pesar de todo, con el paso del tiempo, la actividad del sindicato se detuvo y regresó el abandono a sus calles.

Hace unos años, el llamado Laboratorio de Ruralización retomó la gestión del pueblo, gracias a la complicidad con UAGA, invitando a conocidos y curiosos a explorar nuevas formas de relación con el medio agrario. En este tiempo han impartidos talleres de compostaje, han organizado charlas sobre despoblación o han amparado la celebración de campamentos infantiles, siempre primando la autogestión y el uso de los recursos naturales.

Con la colaboración del Ayuntamiento de Secastilla este año decidieron volver a llenar de fiesta el mes de febrero, recuperando la antigua onomástica dedicada a dos santos romanos que se caracterizaron por su tenacidad a la hora de sufrir la persecución el imperio romano. «Fueron unos resistentes a la pretensión unificadora del pensamiento a la que se aferraba un imperio en plena decadencia en el siglo IV», aseguró el portavoz de la asociación, Miguel Ángel Lapuyade.

CORTOS DE PAELLA

El llamamiento fue todo un éxito hasta el punto de hacer corto con la paella. La fiesta mayor de la aldea de Puy de Cinca es un ejemplo, todavía escaso, de revitalización rural, pues en decenas de núcleos pirenaicos los bailes terminaron hace años. El éxito de esta fiesta tras cincuenta años de abandono augura juergas futuras.