El yacimiento conocido como "El Quemao de Sarrión" es una oportunidad extraña en la península para poder contemplar una aldea andalusí del siglo XI, según destaca el director del Museo de Teruel, Jaime Vicente Redón, y por eso confían en que las excavaciones en este enclave arrojen mucha información sobre la vida rural en esta época.

"Existen palacios, castillos, asentamientos fortificados e incluso alguna vivienda, pero un conjunto como este es algo excepcional" asegura a Efe este experto, justo cuando han terminado cuatro semanas de excavaciones en las que han participado un total de siete postgraduados y estudiantes de diferentes universidades españolas, dirigidos por Carolina Villagordo.

Las labores han sido coordinadas por el director del Museo de Teruel, Jaime Vicente, y por el arqueólogo Julián Ortega, con la colaboración del Departamento de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza y de la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón.

El yacimiento arqueológico conserva restos de dos antiguas ocupaciones: un fortín de época ibero-romana (siglos I a.C.-I d.C.) y una alquería de época andalusí (siglos X-XI). Los trabajos se centran en esta última ocupación, dentro del proyecto de investigación "Husun y Qurà. Bases para el estudio del poblamiento andalusí en el sur de Aragón".

Este enclave fue seleccionado por los responsables del Museo cuando preparaban las intervenciones dentro del estudio sobre poblamientos andalusíes de la provincia, porque creían que podía ofrecer "información muy rápida y muy importante sobre el urbanismo del siglo XI en la cultura andalusí y sobre la estructura de las diferentes casas y estancias" explica el director.

Y sus previsiones, a partir de las catas realizadas en 2015, se han confirmado con los primeros trabajos que se acaban de acometer.

Tras concluir estas excavaciones los investigadores ya han podido comprobar que, a pesar de ser una aldea en el ámbito rural, en una sociedad agrícola y ganadera, estaba conectada con las redes culturales del ámbito andalusí, puesto que se han recuperado objetos de cerámica o cajitas hechas con huesos.

En concreto, han hallado cerámica de uso doméstico, tanto de almacenaje y cocina, como dedicada al servicio de mesa. De esta última, destacan fragmentos decorados con una combinación cromática de verde y morado, siguiendo el estilo de tradición califal típico de Medina al-Zahra.

Los investigadores han documentado que el asentamiento estaba formado por una docena de casas articuladas en torno a un patio, al que se abrían número variable de crujías de planta rectangular. Las habitaciones estaban delimitadas por muros con zócalos de bloques calizos, sobre los que se elevaban tapias de tierra apisonada. Las techumbres, orientadas a un agua, eran de teja curva.

El objetivo, continúa Vicente Redón, es que el próximo año continúen las excavaciones y de una manera más exhaustiva, tomando unidades completas para obtener más información.

Y a medio plazo, añade, hacerlo visitable para que la gente tenga la oportunidad de comprender este espacio.