Alí Habouche descubrió el pasado mes de noviembre lo fácil que resulta perderlo todo, y la dificultad de recuperarlo. Tras tres meses en su país, Argel, se encontró al volver con que sus cuentas estaban vacías, tras varias extracciones hechas en España mientras su tarjeta de crédito y su libreta estaban con él, en África. Por ello denunció el caso a la Policía, y ayer mismo hizo lo propio con el banco, que por el momento se desvincula del asunto, ante el Juzgado de Instrucción número 3.

"Yo llevo toda la vida trabajando, y solo pido lo mío", insiste. "Yo nunca me he metido en problemas, pero a mí no me chulea nadie", añade, mostrando la abundante documentación con la que quiere probar que él no pudo efectuar los reintegros: billetes de barco a Orán y tíquets de aparcamiento, básicamente.

Habouche viajó a su país natal el pasado 25 de agosto, en un barco desde Alicante. Al volver, tomó un coche para regresar a Zaragoza, pero al pagar el peaje con la tarjeta, la máquina se la tragó, por problemas administrativos.

Al acercarse a la sucursal más próxima de su banco, actualizó la libreta y comprobó con sorpresa que tenía la cuenta temblando, con unos 2.500 euros de menos. La mayoría de ellos de la pensión de más de 600 euros que percibe por invalidez, desde que le tuvieron que amputar ambas piernas por enfermedad.

"He sido toda la vida camionero, y entre la falta de circulación y la mala alimentación, me las tuvieron que cortar", explica, enseñando las muletas. Cobra una pensión no muy abundante aquí, pero que le da para vivir con holgura en Argel.

Tres días después de comprender que alguien le había estafado, el hombre acudió a reclamar a su oficina, pero le indicaron que debía denunciar ante la Policía. Así lo hizo, el pasado 1 de diciembre. Exhibió sus documentos y el extracto de movimientos bancarios, en el que se refleja cómo, prácticamente tras cada ingreso de pensión esta había sido retirada. Además, había pequeños cargos de telefonía y otros conceptos que tampoco reconoce como suyos.

Tras la denuncia volvió al banco, pero la empleada le indicó que debe dirigirse a Consumo, y que por el momento ellos "se desentienden" al ser una tarjeta aparentemente clonada. Él insiste en que la suya no fue, porque las extracciones fueron en España y él estaba en Argel, con sus documentos a buen recaudo. Según fuentes financieras consultadas, el seguro de la tarjeta debería hacerse cargo de al menos parte del dinero.

Pero a Habouche, por el momento, nadie le soluciona nada. "Me han robado mi dinero, voy a pasar la navidad sin un duro, esperando a que llegue el día de cobrar. Tú dejas tu dinero en un lugar que crees seguro, y te pueden hacer esto", lamenta el pensionista.