El Ayuntamiento de Zaragoza lanzará a partir de mañana el proceso de consultas para aprobar con carácter definitivo la reforma de la ordenanza sobre tenencia y circulación de animales de compañía, a través de la primera reunión del Consejo Sectorial de Protección Animal en el que protectoras de animales y expertos de la Universidad de Zaragoza y del Colegio de Veterinarios, así como las asociaciones supravecinales, podrán realizar aportaciones a un borrador que no está exento de polémica. La capital aragonesa lanzará así el controvertido debate que otras ciudades españolas ya han superado (Vitoria, Barcelona, Bilbao, San Sebastián o Madrid, entre otras) sobre si las mascotas deben o no subir al transporte público, o si se les debe permitir estar sueltos en los parques.

Se trata de una revisión de la norma que data de 1994 y que nunca fue adaptada a la legislación autonómica que hay desde el 2003. Un debate sobre la convivencia "pacífica, tolerante y respetuosa" con las personas, y de la prohibición del maltrato. Para el consistorio es el momento de actualizarla porque más de 45.000 familias zaragozanas tienen un animal de compañía en casa y es necesario abrir posibilidades para que sus desplazamientos no se vean obligados a hacerlos con el vehículo privado.

Sobre el acceso de los animales al autobús, el borrador con el que partirá la primera reunión del consejo sectorial establece que las mascotas podrán subir fuera de horas punta si son pequeños y van con transportín o, sin transportín siempre que no haya otro dentro del vehículo, ya que solo permite uno, aunque un mismo dueño puede viajar con un segundo animal. Todos ellos deberán viajar con bozal y sujetos al espacio habilitado.

GRANDES Y PEQUEÑOS La mayor polémica, en este sentido, está con los animales grandes, ya que el borrador señala el ejemplo del tranvía, siempre que vayan en el último vagón y con bozal --o en todos los vagones si van con transportín. Sin embargo, no está tan claro que el reglamento del tranvía permita esta novedad para el autobús, en el que, por otra parte, las posibilidades de espacio son más limitadas que en el Urbos 3 y, por eso, las condiciones que se dan en ambos casos para las convivencia no son las mismas.

Será un debate en el que los expertos también deben apuntar diferentes consideraciones que no siempre son conocidas por el ciudadano de a pie. Por ejemplo, su visión sobre los posibles alérgenos o enfermedades de índole psicológico como la canofobia --miedo irracional a los perros--, hay que tenerlas en cuenta.

Por otra parte, la norma también incluirá un régimen sancionador, que ya en el borrador determina que "el destino de las multas se destine a finalidades de esta ordenanza en materia de protección animal" o que puedan ser sustituidas por trabajos en beneficio de la comunidad.