El Ayuntamiento de Zaragoza acumula 51 inmuebles vacíos que llevan años sin uso y abandonados y que requerirían de una gran inversión para ponerlos a punto en caso de pasar a una mejor vida. El responsable de Urbanismo, Pablo Muñoz, presentó ayer en la comisión de su área un informe en el que se analiza uno a uno los inmuebles, sus características y su estado. En total, suman 62.240 metros cuadrados.

El estudio de edificios sin usos comenzó en el 2014 y se finalizó en el 2015. La mayoría se encuentran en «malas condiciones y casi nunca son visitados», según el informe de las brigadas de inspección, que confirma no reciben mantenimiento alguno. Añaden, que su estado de deterioro seguirá «avanzando con el paso del tiempo». Algunos de ellos tienen un importante valor artístico e histórico, y están incluidos en el Catálogo Histórico Artístico de Zaragoza, como el Palacio Fuenclara, cuya fachada está restaurada pero por dentro está abandonado. Sucede lo mismo con las antiguas viviendas de la calle Madre Rafols, los depósitos del Pignatelli, la portería de La Cartuja o los Baños Judíos.

Otros inmuebles de gran tamaño y catalogados de Interés Arquitectónico sufren la misma suerte. Así, la antigua fábrica Gelsa, de 13.650 metros cuadrados sigue sin futuro. No ocurre lo mismo con el antiguo Luis Buñuel o la Harinera, cuyas rehabilitaciones están en marcha a través de la sociedad Zaragoza Vivienda.

En el taller de los Albareda, que está cerrado, se han hecho algunas obras, con contrato menor, de reparación y limpieza y están previstas obras en la cubierta más alta y en el alero y fachada, que están en muy mal estado.

Muñoz anunció ayer que tienen intención de encargar otro estudio para analizar los usos más acordes que podrían tener estos edificios. Hasta 14 de ellos se encuentran repartidos entre el centro y el Casco Histórico y tienen dimensiones de lo más variado, como los 5.950 metros del Luis Buñuel y los 6.000 del Palacio Fuenclara o los 250 de los talleres Albareda. Sus superficie permitiría adaptarla a las necesidades y los proyectos además de a la capacidad económica del ayuntamiento para invertir en su rehabilitación.