El Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), el general Francisco Varela, quiere dar un paso más en la modernización del sistema educativo relacionado con la Defensa, con la creación de una universidad militar que tendría su sede central en Madrid -probablemente, en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, Ceseden- y campus coincidentes con los actuales Centros Universitarios de la Defensa (CUD), entre los que se encuentran Zaragoza (en la Academia General Militar, del Ejército de Tierra), Murcia (del Aire) y Vigo (de la Armada).

Así lo avanzó el JEME en un encuentro con periodistas celebrado esta semana en Madrid. Según explicó, la idea es que, en principio, se renovara la estructura aunque para impartir el mismo grado con el que salen actualmente los oficiales (ingeniería mecánica en Vigo, y de organización industrial en Zaragoza y Murcia), pero con vistas a ampliar la oferta educativa. Incluso a abrirla al mundo civil, vía máster o cursos de posgrado. El JEME tampoco descartó abrir centros, como los de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), a escalas inferiores que quisieran ampliar su formación.

‘PLAN RENOVE’

La esfera educativa de la Defensa, que sufrió toda una revolución con la implementación de los CUD, es solo uno de los aspectos en los que el actual JEME quiere cambios durante su mandato. Uno de los principales es, de hecho, la rebaja en la edad media de la tropa, que actualmente roza los 30 años.

Según detalló en la jornada para prensa el coronel José Manuel Llorca, actualmente el Ejército de Tierra cuenta con unos 53.000 hombres y mujeres en la escala de tropa, que suponen el 70% de la plantilla, un nivel adecuado respecto a los suboficiales y oficiales.

Pero si la escala es adecuada, no lo es tanto la edad. Según explicó el JEME, en los años de la crisis se ha producido una merma en las convocatorias de plazas que dependen de Defensa, que a base de no incorporar savia nueva ha producido un envejecimiento medio de plantilla de diez años. Según sus cálculos, se necesitaría desvincular del Ejército a unos 500 efectivos al año, a la vez que incorporar a unos 3.500 con compromisos iniciales de corta duración (de unos seis años), para llegar al nivel que les gustaría.

Esta desvinculación no es precisamente lo que buscan las asociaciones de tropa y marinería, pero en lo que sí coinciden con el JEME es en la necesidad de facilitar salidas a la vía civil. Las principales serían, según el coronel Llorca, la convalidación de la formación y experiencia profesional en el sistema educativo (que no se da) y los acuerdos para facilitar el acceso tanto al sector público (en la Administración) como al privado.