El tráfico rodado es la asignatura pendiente de la contaminación atmosférica de Zaragoza. Los datos del 2003 facilitados ayer por la concejala de Medio Ambiente, Lola Campos, revelan que la polución del aire en la capital "es, en términos globales, aceptable", aunque la emisión de algunos contaminantes deberá reducirse para cumplir con las directivas más inmediatas, y no ser castigados con menos subvenciones o proyectos europeos.

En concreto, Zaragoza debe rebajar el dióxido de nitrógeno (NO2), sustancia ligada a la combustión de los vehículos, antes del 2010. Aunque a fecha de hoy la ciudad no alcanza concentraciones de este contaminante superiores a lo establecido, debe programarse para hacerlo.

Si en el 2003, la Unión Europea permitía la presencia de 54 microgramos de NO2 por metro cúbico, la red de control de la contaminación a partir del 2010 será de 40. Y Zaragoza cuenta en la actualidad con medias de hasta 48 microgramos en algunos puntos.

Las causas son, fundamentalmente, el uso de los vehículos particulares, y, muy por detrás, el del transporte público. De ahí los estudios municipales en torno a nuevos transportes, como el metro ligero, el plan de movilidad o la apuesta por los espacios peatonales.

Los datos facilitados ayer contradicen no obstante el último informe europeo que alertaba a Zaragoza, junto con Madrid y Barcelona, por la alta concentración de NO2. "Todos los contaminantes están por debajo de los niveles permitidos", afirmó la concejala.

La segunda fuente principal de contaminación son las calefacciones. El ayuntamiento ha previsto para ello toda una serie de nuevas ordenanzas en torno a la construcción con criterios bioclimáticos y el uso de placas solares, que, según el director de la Agenda 21 en Zaragoza, Javier Celma, pueden reducir hasta 6.000 toneladas de CO2.

Sin embargo, el clima de Zaragoza se va a convertir, de por sí, en un "problema muy serio", ya que tanto las nieblas persistentes como el cierzo no contribuyen, de manera natural, a la disolución de los contaminantes. Más bien al contrario, porque el viento acerca partículas perniciosas del paisaje estepario que rodea a la ciudad. "Europa deberá de tener en cuenta estos aspectos naturales a la hora de valorar las partículas en suspensión como contaminante", aseguró Celma.

Por otro lado, ayer se anunció un plan de adecuación de la red de control de la contaminación atmosférica a las directivas europeas. En total, Zaragoza cuenta con siete estaciones de medición, tres de ellas ya homologadas por Europa, como son las de El Picarral, Renovales y Roger de Flor. El resto --Miguel Servet, Paraninfo, Avenida Navarra y Jaime Ferrán-- deberán de adecuarse.